Javier Peña lo ha hecho de nuevo. Me había conquistado con Infelices, su primera novela, y en esta se consolida como un autor de esos a los que hay que seguir sí o también y no perderle la pista. Con las palabras justas -no sobra ni una coma- y perfectamente escogidas nos introduce de nuevo en un puzzle magistral en el que todo encaja con la precisión de un reloj suizo. A través de una historia que se inicia en un entorno bien conocido para mí, nos lleva esta vez de viaje por el mundo, por historias tan inverosímiles que no sabes lo que es cierto y lo que es fruto de la inventiva de un narrador imaginativo que “afirma” cosas. Como dice en la novela “¡la ficción es más verosímil que la realidad!” … o tal vez no… piénsalo. Su maravillosa habilidad para crear personajes solo es comparable a su manejo de los tiempos, a la forma en que nos dosifica la información para mantener nuestra mente alerta con cada página, ansiosos por saber a dónde nos quiere llevar en este estupendo ejercicio de metaliteratura. No quiero contaros nada de la historia, la sinopsis la podéis leer en cualquier web y en mi opinión no le hace justicia a lo que de verdad os vais a encontrar, porque es aún mucho mejor que lo que promete. Dejad que la narrativa os envuelva, vividla, podréis sentir hasta las borracheras de la protagonista en vuestras neuronas… no digo más. Nata me ha dolido, eso sí tengo que decírtelo, Javier. + Leer más |