Donde fuimos invencibles

Nos encontramos, esta vez, ante el tercero de lo libros del Puerto escondido.
Tal vez porque los dos anteriores dejaron el listón muy alto o porque yo no soy muy amante de las historias de fantasmas, este no ha llegado a atraparme como lo hicieron los otros. Eso sí, la historia está muy bien narrada, en eso María Oruña nunca me decepciona, tanto que hasta más de una vez tuve que poner música para poder leer porque el silencio me daba malas vibraciones.
La estructura de los capítulos es fantástica. Siguiendo la línea de la serie nos encontramos la parte del caso y, en esta ocasión, dos partes más donde se nos presenta la historia de Carlos Green, dueño del palacio, por un lado y la de Christian Valle, "el cazafantasmas" por otro. Una genialidad de la autora para presentarnos a personajes secundarios y su relación entre ellos en el pasado y el presente.
Lo que hace que no me haya enganchado tanto es, precisamente, una de esas partes de capítulo, la referente a Christian Valle. Demasiada explicación sobre la existencia o no de fantasmas que, en realidad, es necesaria para presentar al profesor Machín y que nos muestra las dos posturas de la sociedad en cuanto al tema de lo paranormal pero que a mí me ha resultado muy pesada de leer.
En cuanto al final lo he encontrado bastante predecible pero lo mejor, como digo en este tipo de casos, es que lo comprobéis por vosotros mismos.