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ISBN : 8419179973
456 páginas
Editorial: Navona Editorial (04/07/2022)

Calificación promedio : 4/5 (sobre 1 calificaciones)
Resumen:
Un joven pianista de Chicago se alista a las Brigadas Internacionales y viaja a la España de la Guerra Civil en lucha contra el fascismo, donde perderá el brazo derecho. De regreso a los Estados Unidos, el suyo será un relato de superación que lo convertirá en una leyenda de la bohemia artística de Chicago, en un storyteller prodigioso y en un pionero de la contracultura, que nos contará, como si de un libro de caballerías se tratase, la historia norteamericana de l... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Queridobartleby
 14 December 2022
En el Prefacio del libro, el autor nos explica el origen de su interés por el brigadista Eddie Balchowsky. Por lo visto, surge de unas conversaciones con el doctor Carles Hervás, —médico e historiador—, a propósito de un documental que le habían encargado sobre la atención sanitaria en la batalla del Ebro. El doctor Hervás se ha especializado en la atención sanitaria durante la Guerra Civil. En el transcurso de la conversación surgió el caso de un brigadista pianista que perdió un brazo, cuyo apellido dudaba. Toni Orensanz —escritor, dramaturgo y periodista—, a raíz de esta especial circunstancia comenzó a investigar sobre el caso de este voluntario estadounidense:

"No tenía ni la más remota idea de quién era el tal Balchowsky, ni de dónde había salido, pero hay historias que no piden permiso alguno para meterse en tu cabeza, sin que alcances a saber muy bien el porqué".
La labor de investigación, nos aclara el autor que fue laboriosa, contando con diversas ayudas, entre otras, la de su mujer, bibliotecaria. Viajes, visitas a archivos de medio mundo y entrevistas con personas que lo conocieron y descendientes.

Un resumen de lo que representa Balchowsky para Toni Orensanz, lo tenemos en estas certeras palabras:

"Fue un superviviente que se aferró a la vida. Una lección ambulante de resistencia y de superación sonriente. Un perdedor entre perdedores al que nada terminó de salir bien, pero del que todos se encariñaban. Un idealista a quien la vida maltrató con saña, obligado a descubrir demasiado pronto que la vida iba en serio y que, pese a ello, se obstinó en vivirla hasta no poder. Sin resentimiento. Mentor espiritual y gurú. salvador para muchos, aunque él no supiera redimirse, como los buenos mesías. Un hombre esencialmente libre y de una cierta candidez. Un buen tipo. Un amor. Un idealista iluso. Un maestro of the streets. El pianista de un solo brazo. Aquel pecador tan agradable. El rey de los callejones".

Parece que las claves de su partida a nuestro país, según nos desvela Orensanz, se encuentran en el aislamiento de Eddie en la niñez, al ser la única familia judía en Frankfort, pequeña ciudad de Illinois:

"Descendientes de emigrantes lituanos llegados a los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo xix —aunque en los papeles del desembarco americano constara un supuesto origen polaco—, la suya era una familia judía, y él creció siendo el único niño judío de aquella pequeña comunidad".

La querencia por la música le viene por su madre, siempre animándolo a aprender música y tocar el piano que tenían en casa. Consiguientemente, Eddie realizaría estudios de canto y música clásica en la Universidad de Illinois.

Eddie se ganaba la vida como pianista en una escuela de ballet y como cantante camarero.

Nos sigue contando Toni, que además de la traumática infancia, el auge de los totalitarismos en Europa y el antifascismo internacional, llevaron a Eddie a alistarse como voluntario junto a cerca de dos mil seiscientos norteamericanos, en la Brigada Abraham Lincoln.

En el autobús de alistamiento conoció a otro voluntario, Syd Harris, el cual pasaría a ser uno de los grandes amigos de Eddie. Saldrían rumbo a España el 6 de noviembre de 1937.
Curiosamente, Eddie se cambiaría en España a las brigadas británicas. El cambio se debió a su organizada actividad cultural. Junto a ellos, Eddie se integró en el acto, componiendo, cantando, manteniendo y tocando el piano de la iglesia.

Paul Robeson, conocido actor y cantante estadounidense, activo en la lucha por los derechos humanos, vino a España para apoyar al bando republicano. Actuó en Tarazona de la Mancha, coincidiendo con Eddie. A Paul le informaron de un cantante y pianista estadounidense. Actuando ante los soldados brindó a Eddie, —ante su sorpresa—, la oportunidad de tocar junto a él:

«Así que me acerqué al piano y te juro que me temblaban las rodillas. Pero toqué. Toqué “Volga Boatmen” con él», en palabras de Balchowsky. Y lo hizo ovacionado, entre un estallido de aplausos".

Y llega para Eddie, el momento más dramático en la guerra. En la batalla del Ebro y de nuevo junto a la Brigada Abraham Lincoln, Eddie es alcanzado en el antebrazo derecho:

«No sientes dolor. Simplemente percibes una especie de vibración, un zumbido metálico, como si fueras una lámina de acero y te hubiese golpeado una barra de hierro», dijo en la entrevista a Roger Ebert".

Dos camilleros recogen a Balchowsky, pero en el trayecto muere en el acto uno de ellos —Eddie lamentaría su muerte al recordarlo—, y ambos tienen que correr como pueden hasta llegar a la ambulancia, con la suerte de ocupar la última plaza:

«Yo fui el último en llegar a la ambulancia. Estaba abarrotada, y todo el mundo estaba muy nervioso. al entrar yo, ya no había sitio para nadie más. Tuve mucha suerte», reconoció Balchowsky.
Mientras, la cuarta compañía seguía bajo fuego enemigo. «Solo unos pocos hombres consiguieron salir vivos de aquella colina. No sé exactamente cuántos, pero solo una pequeña parte.»

Se pregunta Toni qué pensaría Eddie al no tener un brazo, siendo pianista; en el documental ya citado se le pregunta al respecto y encontramos a un Eddie siempre positivo:

"—¿Sentiste pánico? —le preguntaron durante el rodaje de The Good Fight.
—No. No. No. No... En realidad, no, y no sé decirte por qué... Me imagino, sencillamente, que no es mi forma de ser. Cuando las cosas se ponen muy difíciles, no siento pánico.
—Pero el brazo era fundamental para ti como pianista...
—Sí, el brazo era muy importante para mí como pianista, pero te diré la verdad —sentenció él, con una aparente seguridad, cultivada durante años, supongo—. Cuando supe que no iba a tocar el piano nunca más, ya sé que es difícil de creer, pero creedme, mi reacción sencillamente fue: «Bueno, y ahora... ¿qué vas a hacer?». Eso es todo. Supongo que es fácil de decir, pero así fue, es del todo cierto".

Seguir su rastro en Chicago, de vuelta de España, resulta más fácil —indica el autor—, por la cantidad de simpatizantes de Eddie que dejó, además de familiares directos.

La acogida a los combatientes en Norteamérica fue fría. Se une el trauma que habían vivido y la pérdida de compañeros, además de las propias heridas, como la ausencia de parte del brazo, en Eddie. Sufría fuertes dolores y un médico le inyectó una excesiva cantidad de morfina. Parece ser que le produjo adicción. Recaba Toni varias informaciones, como la de un periodista:

"Años más tarde, otro periodista volvería a hacerse eco de la misma tesis de un modo casi idéntico: «Hay quien atribuye su muerte a sus años de drogadicción, provocada por un médico inconsciente que le administró una elevada dosis de morfina para contrarrestar el dolor de la herida de guerra».
No obstante, puestos a ser un poco serios, la verdad es que resulta imposible establecer cuál fue la influencia del tratamiento con morfina en 1938 en su posterior adicción a las drogas".

El hecho es que durante los cuarenta y cincuenta, Eddie se ve inmerso en la adicción al alcohol y la heroína que alguien le indujo a probar. Él mismo, reconocía más tarde esos malos momentos:

«Estaba muy enganchado a la heroína. Prefiero pasar de largo por ese periodo. No es inteligente sacar a la luz a personas, lugares e incidentes. He pasado página».

Entre las personas que profesaban especial cariño a Eddie, se encontraba Jack Micheline, poeta y amigo de Jack Kerouac. le cuenta al autor, el también poeta, Gerald Nicosia —quien también fue amigo de ellos—, la amistad existente entre los dos.

El mismo Micheline reflejaría su amistad con Balchowsky:

«Era un buen amigo. Un camarada cercano. Un verdadero artista. Un gran pianista. Su corazón era tan grande como el río Volga. Ayudó a mucha gente a su manera. Un ser extraordinario. Una inspiración para mí», escribió de su puño y letra".

Los ochenta supusieron unos años de reconocimiento a su actividad pro derechos y ayuda de personas necesitadas.

También se produjo su regreso a España en 1986, por un homenaje del gobierno español en reconocimiento a las Brigadas Internacionales. Viajar a España era costoso y los amigos, familiares y allegados organizaron una colecta, con subasta de dibujos suyos, además de actuaciones musicales, como la de su amigo Corky Siegel.

Es muy interesante la labor de rescate de Toni Orensanz sobre la trayectoria vital de Edward Balchowsky. Eterno desarraigado y soñador, con sus luces y sus sombras —más estas hacia sí mismo—, pero con unos códigos éticos y morales que no admiten discusión alguna. Orensanz no se ha limitado a testificar sus vivencias en España, sino que nos ha revelado, a partir de sus orígenes, el camino seguido por este antihéroe romántico. Un texto servido con detalle, con apoyo documental exhaustivo y entrevistas de primera mano que se tornan indispensables, además de ser un apasionante relato sobre una persona, que como tantas otras, de manera desinteresada, defendió la paz ante la sinrazón y la injusticia.

Debido a la extensión, el texto completo con documentos gráficos, visuales y sonoros, se encuentra en la Página:

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QueridobartlebyQueridobartleby09 December 2022
Fue un superviviente que se aferró a la vida. Una lección ambulante de resistencia y de superación sonriente. Un perdedor entre perdedores al que nada terminó de salir bien, pero del que todos se encariñaban. Un idealista a quien la vida maltrató con saña, obligado a descubrir demasiado pronto que la vida iba en serio y que, pese a ello, se obstinó en vivirla hasta no poder. Sin resentimiento. Mentor espiritual y gurú. salvador para muchos, aunque él no supiera redimirse, como los buenos mesías. Un hombre esencialmente libre y de una cierta candidez. Un buen tipo. Un amor. Un idealista iluso. Un maestro of the streets. El pianista de un solo brazo. Aquel pecador tan agradable. El rey de los callejones.
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QueridobartlebyQueridobartleby09 December 2022
No tenía ni la más remota idea de quién era el tal Balchowsky, ni de dónde había salido, pero hay historias que no piden permiso alguno para meterse en tu cabeza, sin que alcances a saber muy bien el porqué.
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