Si hacía las cosas de un modo inteligente, entraría y saldría de la casa de Laurel Hodges sin provocar un alboroto, y se habría marchado cuando amaneciera. Entraría en su habitación y buscaría unas medias, o el cinturón de su bata, y ella se despertaría cuando él se lo hubiera puesto alrededor del cuello, pero estaría adormilada y desorientada, y antes de que pudiera reaccionar, tiraría del cinturón con tanta fuerza que ella no podría respirar.
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