El odio nos distorsiona. Según quién tengamos delante, somos una persona u otra, mostramos una de nuestras caras. Todos tenemos fachadas de sobra para jugar con aptitud al juego de las apariencias.
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El odio nos distorsiona. Según quién tengamos delante, somos una persona u otra, mostramos una de nuestras caras. Todos tenemos fachadas de sobra para jugar con aptitud al juego de las apariencias.
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Odio-reflexionó el inspector Álvaro de la Torre-. Prende en la mente, y su fuego, cuando las circunstancias acompañan, cuando la aversión es lo suficientemente profunda, arrasa con el odiado y con quien odia.
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El paso del tiempo cierra nuestras heridas, pero entonces se convierten en cicatrices
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La crueldad es la fuerza de los cobardes.
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El paso del tiempo cierra nuestras heridas, pero entonces se convierten en cicatrices
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A quienes aseguran que el tiempo es el remedio para todos los males nunca les han roto el corazón ni tampoco les han esparcido los pedazos donde no puedan verlos.
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Gregorio Samsa es un ...