Siempre el mismo día

Ya había leído previamente a David Nicholls con Dulce despedida, su más reciente libro, y fue una historia que amé de principio a fin, así que estaba súper emocionado por leer su libro más popular y las expectativas las tenía por el cielo (además de que hay adaptación de este libro con Anne Hathaway, y si alguien me puede hacer leer un libro porque sale en su adaptación, es ella :p).

Emma y Dexter son polos opuestos y nunca han cruzado palabras, son simples conocidos de vista en la universidad hasta que se gradúan y, por azares del destino, pasan la noche juntos. Esto ocurre un 15 de julio de 1988 y, a partir de ese momento, algo surge entre los dos y no saben cómo reaccionar. Por alguna extraña razón se mantienen en contacto, consideran que lo que surgió entre ellos es una amistad que vale la pena cultivar y, a lo largo de los años, vemos cómo evoluciona hasta que se convierte en algo que todos han sabido, en lo que Emma y Dexter se han negado en reconocer por miedo.

Esa sinopsis grita ROMANCE en mayúsculas, ese que es tira y afloja, que pasa por mil altibajos y donde sabemos que son almas gemelas destinadas a ser y que se niegan a reconocerlo, pero esta historia no es así... al menos para mí no lo fue. Nos encontramos a un par de adultos jóvenes, perdidos, que se apoyan el uno en el otro y, sobre todo, están sin importar qué, pero en ningún momento sentí el romance entre ellos dos, ni una chispa de química, absolutamente nada. Así que, básicamente, seguimos a Emma y Dexter durante veinte años de sus vidas.

Es muy claro que los personajes son los que llevan el peso del libro y hay mucho que decir de ambos.
Emma Morley. Es una chica súper inteligente, tiene una doble licenciatura con honores (literatura e historia) y por eso mismo se ha pasado los mejores años de su juventud en una biblioteca estudiando. Está de más decir que es mi personaje favorito y por mucho. Es imposible no empatizar con ella porque está perdida, tiene miedos e inseguridades, se permite fantasear con su futuro ideal, pero es consciente respecto a la realidad y, más a fuerzas que nada, actúa e intenta contar el control de su vida. Y nada, amé ver su evolución a lo largo de los años, su crecimiento, sus caídas, sus logros y amores fallida. Emma hizo que el libro funcionara y si la hubiéramos tenido solo a ella como protagonista, el libro estaría cerca de ser de los más memorables.
Dexter Mohey. El peor protagonista, interés amoroso y personaje en general, de la historia. Dexter es el típico joven que sabe que es guapo, que viene de una familia bien posicionada, y está seguro que tiene la vida arreglada por el simple hecho de ser guapo y carismático. ¿Lo notan? Es detestable. Hay que sumarle que tiene una actitud desinteresada y desapegada de la vida, hacia las cosas, las personas, es infantil e inmaduro y no hay que dejar de lado que todo lo soluciona o acompaña con alcohol. ¡Es alcohólico y no le importa! Cree que es parte del encanto de ser joven y guapo, y lo peor es que su entorno se lo permite e incluso se siente como si se lo celebraran. Es odioso y cada una de sus partes fue un martirio de leer y sufrí, en el mal sentido, con cada cosa que hacía.

Algo que amé de Nicholls es lo bien que escribe, en este libro se nota su narrativa introspectiva y no está mal, de hecho, la amé parcialmente y es porque tenemos ambos puntos de vista, el de Emma y el de Dexter. Y obvio leer a Emma era un deleite, cada situación y pensamiento me llegaban a lo más profundo y me hacían pasar por toda la gama de sentimientos posibles, pero el problema fue cuando Dexter tomaba la narración, simplemente no podía y la introspección me aburría porque era como echar un vistazo a una botella vacía, no tenía nada que ofrecer (ni para reciclaje servía, jsjsjs). Así que tuve una relación amor-odio con la narración por sus personajes.

Una de las cosas que, de primera instancia, más me llamó la atención fue la premisa de que la historia se desarrollaría el mismo día durante veinte años y me encantó cómo se sintió natural el hecho de que un año se pudiera resumir en un par de párrafos, porque así es la vida, a veces entramos en un ciclo monótono donde nada cambia, nada es sorprendente, y es normal, está bien, no tenemos que vivir al límite para que seamos válidos, y amé que transmitiera ese mensaje. Y me dio mucha risa que justo los 15 de julio estuvieran cargados de muchos eventos importantes que marcan a nuestros protagonistas, o sea, es ficción y me encantó el hecho de que tuvieran un día especial que siempre era especial :v.

En resumen, Siempre el mismo día, es un romance con el que no logré conectar en lo más mínimo, me fue imposible sentir simpatía por la pareja que nos quisieron vender porque una parte del shipp era detestable y la otra merecía el cielo. Me voy decepcionado porque el libro tenía muy buenas críticas y no llenó mis expectativas, no fue nada del otro mundo ni memorable. Definitivamente seguiré leyendo a David Nicholls porque tiene una forma muy particular de crear personajes y narrar romances.
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