Hay que romper el contrato con lo cotidiano para poder ser quien se es, vale decir, un desconocido para los demás y sobre todo, uno mismo.
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Hay que romper el contrato con lo cotidiano para poder ser quien se es, vale decir, un desconocido para los demás y sobre todo, uno mismo.
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Me encierran en la prosa como cuando de chica me encerraban en el baño para mantenerme quieta. |
No eran libros para niños. Nunca escribimos libros para niños, Wilhelm. Tú lo supiste enseguida, antes que yo. Por eso te opusiste, de entrada, a las censuras (que considerabas timoratas) y disentías con los editores sobre la necesidad de ilustrarlos.
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Nada de lo que ocurre a los 12 años importa demasiado, os lo aseguro.
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El abuelo me ha dicho que tú eres mi autora. ¿Qué quiere decir “autora”? Le pregunté. Y él contestó que me tejiste con lo que amabas: la tierra y el paisaje, las palabras, los recuerdos que se acurrucan contra lo invisible. Y que después me pusiste aquí, en tu refugio blanco y sedoso -el reluciente mundo de la nieve- como si dibujaras esas bellas imágenes que nunca se ven
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Es mejor ser un niño sucio, Huck, un niño hambriento, abandonado y libre. ¿Cómo pude ignorarlo? Ah, si pudiera morirme por unos días. Irme lejos, muy lejos, a buscar signos al pie de una caverna: una piedra, una espada, una luna colorada.
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¿Cómo explicarle el efecto que esos versos surtieron en mí? ¿La necesidad inmediata que sentí de escribirle, aun cuando Higginson habló, con insistencia, de su carácter reservado.
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El retrato de Dorian Gray