Ropavieja

Leer poemarios no suele ser mi lectura mas habitual, lo cual no quiere decir que muy de vez en cuando siempre me hago con alguno para leer poco a poco, como si fuera el postre después de las comidas, algo gracioso ya que este poemario se titula “ropavieja” un plato típico de Canarias que puestos de decir está buenísimo, pero sin duda para un Canario no existe mejor ropavieja que el que hace nuestra madre ¿verdad?

En este poemario Lana nos abre los sentimientos de un corazón que observa en los días pasar como su madre deja de ser ella para convertirse en algo ajeno, alguien diferente, alguien con el nombre de “caraperro” y es que cuando la mente se va, los recuerdos se dispersan en la neblina y reconocer se vuelve imposible la persona que está al lado que mantiene aún los entresijos de la memoria sufre, sufre muchísimo, el corazón y el alma lloran en silencio.

Porque caraperro se hace mas presente, cada vez tiene forma más humana pero más salvaje, se va comiendo poco a poco la persona original y esto no es fácil, para nadie, si a esto le añadimos que viven en un pueblo dónde todos se conoce, dónde hablar bajito no impide que se escuche, dónde se impone una ley de la “vergüenza” de la que nadie sabe cuál es su origen pero que presiona como un yugo y el desespero de poder gritar en busca de ayuda y no poder hace la combinación perfecta para ser un poemario que te dejara con el corazón en un puño.

Lana nos ha regalado intimidad y ese grito de auxilio, como una persona que ha conocido a caraperro dentro de su familia me ha dolido y abrazado a la vez, no tienes que ser una experta en poemarios, no se trata de eso, Lana ha conseguido a través de su prosa llegar al cuarto mas profundo de mi pequeña casita.
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Leerás este poemario con una espiga clavada. Tu madre se va, la enfermedad le aleja, los alaridos de caraperro obtienen más presencia en vuestros días y tú solo ansías que tu madre salga a flote en algún momento, un instante, a coger aire.

El tiempo se consume. Y ahora quién vuelca su cuerpo en los cuidados eres tú.
Otra vez, otra hija se convierte prematuramente en madre, para velar por la suya.

Es un duelo en vida. Porque muchas cosas ya no están. No volverán. Es un ritual de despedida en silencio.

Es curioso cómo cuándo nos transformamos en la figura de los cuidados, somos más vulnerables que nunca. Como en la infancia. Se llora, se grita, nos sentimos desprotegidas. Ya nos sentimos un poco huérfanas porque en la garganta se van a ir apagando algunas palabras.


Parece que caraperro es simplemente el intento de personificar o de transformar sólido y tangible algo inabarcable, algo donde estallar nuestra ira, algo que nos gustaría arrancar de cuajo del cuerpo de la persona a la que queremos tanto.

Lana, has creado un poemario lleno de emociones. Tristeza bañada de luz porque sé que tus poemas validan el duelo de muchas personas, ponen palabras y nombran toda esa amalgama que nos inunda cuando la enfermedad se instala. Solo puedo darte las gracias porque este poemario es inmensamente generoso. Te has abierto en canal.