Volvemos otra vez a cargar con la segunda entrega de Frida y el inspector Cantos. Me encanta la forma que tiene el escritor para describir y transmitir al personaje de Cantos porque me parece perfecto que alguien dentro de la novela policiaca invente algo que es tan original. Tras esto vamos con lo que les ocurre en esta ocasión. En esta ocasión aparecerán dos cuerpos de dos jóvenes en un cementerio, pero al llegar al lugar descubrirán que no solo están estos cadáveres sino que encontrarán otros tres cadáveres que son de una familia muy conocida en la localidad. En el anterior libro “Orillas profundas” recordaremos que Inés Gimeno dejó de trabajar en Barcelona y pidió el cambio al País Vasco por motivos personales. Así que en esta ocasión serán Cantos y Laia los responsables de llevar el caso. Todo apunta a que ha sido un asesinato por encargo. Este caso les traerá de cabeza y hará que nuestro inspector tenga que hurgar en sus heridas del pasado. En esta ocasión al verse implicada la familia importante se ven en la obligación de pedir ayuda a la policía nacional para que les ayuden ya que parece que hay más de lo que aparenta en un principio, lo que complica. Otra cosa que hará que nuestro inspector se descentre del caso es la aparición nuevamente de Inés Gimeno, ya que crea una falsa ilusión en Cantos porque en un principio piensa que viene por él, pero resulta que el motivo de su vuelta es vender la casa donde vivía. Pero al final Cantos superará hasta cierto punto los recuerdos del pasado, por duros que sean, y el hecho de la llegada de Inés, y una vez más irá tirando de todos los hilos hasta descubrir que es lo que realmente ocurrió con la familia y dará con quien lo hizo. + Leer más |