Vivir cada día con aquellos que se niegan a reconocer tu humanidad exige un gran valor.
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Vivir cada día con aquellos que se niegan a reconocer tu humanidad exige un gran valor.
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Por cada patriota luchando por una Corea libre, por cada traidor luchando por Japón, había diez mil compatriotas que solo intentaban llevar un plato a la mesa. Al final, tu estómago es tu emperador.
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—Ese Hirohito se apoderó de nuestro país, nos robo la tierra, el arroz, el pescado, y ahora se está llevando a nuestros jóvenes. —Suspiró y dio otro bocado a la batata—. Bueno, no culpo a los jóvenes por marcharse a Japón porque aquí no se puede hacer dinero.
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pero él tenía razón: una mujer podía ser destruida de muchos modos.
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La edad de la inocencia