Que nadie duerma

No quise escribir la crítica nada más terminar el libro porque me quedé con una sensación muy negativa y pensé que fue a lo mejor percepción del momento, pero después de que hayan pasado varios días, veo que no me equivocaba.

Empecé a leer este libro con mucha ilusión porque había leído antes a Juan José Millás en su obra "Solo Humo" y me gustó bastante su fusión de la realidad y la ficción y cómo desdibuja la fantasía en el día a día de sus personajes, y en esta ocasión no fue diferente.

Nos presenta a Lucía, una mujer que acaba de perder su trabajo como programadora informática y que decide probar como taxista. Hasta ahí todo "bien". Pero a lo largo de la obra vemos como Lucía va descendiendo a la locura cegada por un amor irreal que solo da cabida en su cabeza y como se va volviendo una persona violenta, irascible e incomprensible que además nos intentan vender como seguridad en sí misma y "empoderamiento femenino". Termina involucrándose de una forma u otra con todas las personas que lleva en su taxi, hasta un punto en el que parece enfermizo y solo da ganas de decir "por favor, socorro, me quiero bajar de aquí". No sé, no me terminaba de entrar en la cabeza si el personaje estaba construido así para quererla (ya sea por empatía o compasión) u odiarla.

Sinceramente, las últimas 20 páginas hicieron que mereciera un poco la pena haber comenzado la lectura, pero ni aún así puedo recomendar este libro.