Mujercitas

Si la vida es tan dura, no sé cómo vamos a resistir hasta el final

se estaba haciendo mayor muy deprisa y, a pesar de su naturaleza indolente, odiaba, como todos los jóvenes, la sumisión y deseaba conocer mundo y crear su propio camino.

Había alimentado su rabia y ésta había seguido creciendo, como hacen todos los pensamientos y sentimientos negativos si no se eliminan de inmediato.

El amor expulsa al miedo y la gratitud doblega al orgullo.

El mundo está lleno de mujeres como Beth, tímidas y tranquilas, que aguardan sentadas en un rincón hasta que alguien las necesita, que se entregan a los demás con tanta alegría que nadie ve su sacrificio hasta que el pequeño grillo del hogar cesa de chirriar y la dulce y soleada presencia desaparece para dejar tras de sí silencio y oscuridad.

Me pasaré la vida trabajando y penando, divirtiéndome solo en contadas ocasiones, y me convertiré en una vieja fea y amargada; todo porque soy pobre y no me puedo permitir disfrutar de la vida como hacen las demás. ¡Qué desgracia!

Se diría que Beth vivía en un mundo propio, feliz, del que solo se aventuraba a salir para comunicarse con las pocas personas a las que quería y en quienes confiaba.

-Espero haber hecho para entonces algo de lo que pueda enorgullecerme, pero soy tan perezoso que temo seguir perdiendo el tiempo, Jo.

-Tú lo que necesitas es un motivo para moverte, como dice mamá, y opina que, cuando lo tengas, trabajarás muy bien.

el sinfín de libros entre los cuales podía escoger a su gusto, hacía de la biblioteca un verdadero paraíso para ella.

Ricos o pobres, viviremos juntos, y seremos felices, todos juntos.