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ISBN : 8494622706
250 páginas
Editorial: Editorial Dalya (11/12/2016)

Calificación promedio : 5/5 (sobre 1 calificaciones)
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Sandroom
 11 May 2024
El cuentista que decía la verdad, de Mauricio Gil Cano, es un libro atemporal-de vigencia absoluta en cualquier momento- e indispensable para conocer al escritor español Francisco Burgos Lecea. Un escritor de amplio espectro -cuentista, dramaturgo, poeta-, aunque desconocido para la mayoría, pero que forma parte de la historia literaria española, si se quiere conocerla en profundidad, en especial la que, en la efervescencia libertaria de la II República española, impregnó teatros, publicaciones y libros de aquellos años antes de la dictadura franquista.

En el libro, que el autor define curiosamente como novela-ensayo, Gil Cano ofrece una biografía detallada de Francisco Burgos Lecea que resumo:

Nació en 1898 en Jerez de la Frontera y se trasladó posteriormente a Madrid, donde trabajaría como funcionario municipal. Durante los años que marcaron la llegada de la Segunda República y la Guerra Civil, en la que sólo fue tardíamente movilizado, Burgos Lecea ejercerá como colaborador de diversas publicaciones e incluso llegó a dirigir su propia revista, Frente Literario, aparecida en 1934. Antes, había estrenado dos obras de teatro, bajo los títulos de la heroína del amor sublime y La rosa inmarchitable. Fundó además el movimiento vanguardista denominado “verticismo”.

Como escritor de relatos publicó títulos inolvidables como como Xaicxi, delantero (1928), Los caballitos del diablo (1933) y El cuaderno emborronado: libro de aguafuertes (1933). Libros que pueden encontrarse aún en venta con el calificativo de “raros”, como rara y singularmente brillante ha sido el empeño de Mauricio Gil Cano de poner en valor a este singular autor.

En la portada del libro se ofrece la única imagen conocida de Burgos Lecea, tomada de un recorte de periódico, revisada y coloreada para “endulzar” la cara. La descripción de Manuel Escalera, que lo conoce en la cárcel, en su libro Muerte después de reyes: Cielo en la cárcel es fiel reflejo de esa fotografía, tétrica y negativa: «Más bien alto y enjuto, daba una sensación de negrura que no provenía del cutis -blanco-, sino de los cabellos espesos, endrinos; de las cejas gruesas, casi unidad; de la barba cerrada, de ordinario un poco crecida, de los ojos tétricos y la voz hueca. Era esa sensación de negror que da cierto tipo muy español, como el de Quevedo. Lecea usaba además gafas de aro negro, quevedescas».

Sin embargo, repasando las memorias de otros sobre Burgos Lecea, Gil Cano se hace eco del contraste entre el aspecto físico y la personalidad del autor. Por ejemplo, continúa Manuel Escalera en el libro citado: «Pero por dentro era un niño».

Todos los que le conocieron resaltan la bonhomía de Francisco Burgos Lecea. Durante la Guerra Civil, utilizó su influencia para proteger a personas de derechas, entre ellas, el escritor Ricardo León, a quien salva de morir fusilado en 1936. Sin embargo, tras la guerra civil Burgos Lecea es encarcelado por su afiliación comunista y su participación en la defensa incondicional de la República. Burgos Lecea creía en la capacidad de acción de la literatura y su idealismo le llevó al comunismo y a la denuncia social, donde late una candorosa bondad: «Abajo la canallada, abajo la injusticia; que se apoderen de todos los poderes los individuos puros, los individuos íntegros, los individuos buenos». Bonhomía, candidez y utopía son inseparables en él, incluso en la cárcel. En el “Poema de la amistad”, escrito en la cárcel y dedicado a Andrés Martínez de León declara:

Lo que angustia a unos seres que se comprenden,
que son buenos para los buenos,
que odian a la Mentira,
que aman a la Humanidad,
que adoran al Trabajo,
que están enamorados de la sencillez,...
Lo que angustia a unos seres que se aman
es que sean embestidos por el toro cárdeno de la enemistad.

¡El toro cárdeno de la enemistad!
Aspiro a torearlo,
a banderillearlo;
haré ambicioso todos los quites
[...]
Ya está el toro cárdeno de la enemistad
en la arena de mi imaginación
perfumada por nardos andaluces.

Saldría en libertad condicional en diciembre de 1950, para morir tres meses después. «Cuando, después de muchos años, salió en libertad y se halló ante el espectáculo de su hogar y las dificultades de ganarse la vida bajo un régimen que le era hostil, se lanzó de cabeza por la ventana de su casa, un quinto piso», asegura Manuel Escalera.

Coincido con la opinión de Rasero Balón ("Francisco Burgos Lecea: un brillante narrador en el olvido", artículo en CaoCultura de José Rasero Balón, 10 Marzo, 2017) que la curiosidad, la pasión y el rigor de Mauricio Gil Cano en la escritura de este libro nos ha proporcionado una joya de lectura recomendada.
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Citas y frases (1) Añadir cita
SandroomSandroom11 May 2024
Abajo la canallada, abajo la injusticia; que se apoderen de todos los poderes los individuos puros, los individuos íntegros, los individuos buenos
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