Cuando no queden más estrellas que contar

Cuando lees muchas novelas de una autora y te encantan, tiendes a crearte altas expectativas, que, lógicamente, no se pueden cumplir todas las veces. Es lo que me ha sucedido con esta historia, que me ha gustado pero no me ha enamorado. Los protagonistas, Maya y Lucas, me han parecido muy buenos; la ambientación (como siempre con María Martínez) es una pasada, te envuelve y te dan ganas de ir a vivir allí; la trama la he disfrutado, parte de los secundarios son geniales, la pluma de la autora es una delicia y el abanico de temas que se tratan está muy bien —la maternidad, los sueños, las relaciones familiares, la pérdida...—. Entonces, ¿cuáles son mis pegas? Que la relación amorosa la veo prescindible —que no quita que me haya agradado—, pues está todo tan centrado en la búsqueda de Maya (no es una crítica, es un hecho) que se podría haber pasado de ella, y que no me ha llegado tan adentro como esperaba.

Una historia bonita de aprendizaje, descubrimiento y evolución llena de mensajes con la que viajas a Sorrento.