El problema no es el color de tu piel, ni el lugar en el que vives, ni de dónde eres, ni qué religión profesas. Todo procede de la maldad humana.
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El problema no es el color de tu piel, ni el lugar en el que vives, ni de dónde eres, ni qué religión profesas. Todo procede de la maldad humana.
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El pasado, Richard, no puede cambiarse. Por mucho que reneguemos de él, o nos deshonre, permanecerá para siempre, porque así no olvidaremos qué hemos hecho; ahí reside el castigo. Tan solo podemos atenuar sus consecuencias.
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Sólo si reconocemos nuestros errores y aceptamos sus consecuencias tendremos la oportunidad de aprender de la experiencia.
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En realidad, regresar al pasado sabiendo que no puedes cambiar nada de lo que has hecho es un enorme sacrificio.
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Nuestro cerebro es así de cruel. Te tiene engañado durante un tiempo, pero al final todo sale a la superficie
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"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo" ¿El personaje de qué libro está hablando?