La ciudad expoliada

Segunda parte de la trilogía de los Balcanes donde la historia continua justo donde lo dejó La gran fortuna.

Siguiendo el estilo del anterior libro, y manteniendo casi todos los personajes secundarios de la anterior, añadiendo alguno que sólo se lo había mencionado, el lector podrá vivir desde el punto de vista de Harriet y Guy el deterioro de la situación en Bucarest y Rumanía por extensión.

La reaparición de las fuerzas fascistas de la guardia de hierro creará una gran inseguridad en todos los personajes, a excepción de Guy que continua viviendo en un mundo apartado al del resto y con un optimismo nunca mejor dicho a prueba de bombas.

Harriet continuará dudando de su relación con Guy pero siempre habrá ese punto o momento en que pensará que debe continuar con él, que no debe marchar a Inglaterra y que el magnetismo de él la atrapará, todo y la soledad con la que vive su día a día en Bucarest, mientras que Guy se dedica en cuerpo y alma a sus alumnos.


En este libro los personajes tendrán algún momento fuera de Bucarest, donde se podrá ver la situación del país fuera de la capital, y como en todo momento los residentes ingleses intentaban hacer una vida normal, como si la guerra no existiera, yendo a restaurantes, organizando actividades sociales e incluso haciendo viajes de placer.

A diferencia del primer libro donde la situación política de Rumanía era conocida a muy grandes rasgos en La ciudad expoliada viviremos mucho más de cerca todos los cambios políticos que suceden, y como afectan a los personajes, lo que también permite explorar mucho más a fondo la consciencia política de Guy, sus expectativas y ilusiones de que la Unión Soviética los salve, lo que le lleva a algún que otro enfrentamiento con miembros de la colonia británica que muestran su oposición al creciente fascismo pero mucho más opuestos al socialismo soviético.

Como si de una obra de teatro se tratara a medida que la historia va avanzando, que los hechos históricos van sucediendo, iremos viendo desaparecer por diferentes circunstancias a muchos de los secundarios, pero casi sin notarlo, sin giros bruscos de guion, donde la autora nos vuelve a mostrar que su prosa es totalmente envolvente y absorbente.

De igual manera, y como ya sucedía en La gran fortuna, el paso del tiempo se hace sin dar fechas, con una naturalidad que va de la mano de la historia de los personajes, consiguiendo que el lector esté en medio de una historia costumbrista con el día a día de los personajes, pero de otra tejiendo el marco histórico a su alrededor.

Nuevamente una obra totalmente recomendable, donde el estilo, la calidez y la calidad de la prosa brillan por luz propia y no en absoluto de calidad.

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