Con la epidemia vino el aislamiento. Con el aislamiento, el silencio. Quien no se soporta a sí mismo entenderá que el infierno no son los otros ni está en la profundidades de los abismos.
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Con la epidemia vino el aislamiento. Con el aislamiento, el silencio. Quien no se soporta a sí mismo entenderá que el infierno no son los otros ni está en la profundidades de los abismos.
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El caos es silencioso. Se mueve insospechadamente. Penetra por habituales resquicios que ignoramos. Se instala al igual que un organismo vivo y su instinto es expandirse, atravesando capa tras capa hasta enraizarse. Cuando nos damos cuenta, es quien dicta las órdenes y los próximos movimientos. Ni muertos, ni impotentes, estamos dominados.
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Gregorio Samsa es un ...