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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
20 July 2021
Qué feliz me hace terminar el primer semestre del proyecto de Reseñas Cruzadas que comparto con mi querida Undine con mi no menos querido Wilkie Collins... La premisa que usamos para definir el mes fue "Autor que leemos cada año", y es una verdad como un templo. de hecho este no es el primer libro que leo de Wilkie este año, hace unos meses leí El público, ese desconocido, un libro de no ficción que recoge algunas reflexiones del autor sobre el arte, la literatura y la cultura que no tienen desperdicio. No lo traje por aquí, igual que no traje la novela corta que leí suya las pasadas navidades, Señora o señorita, pero creedme si os digo que Wilkie forma parte de mi rutina lectora, recurro a él cuando quiero sentirme como en casa con un libro en la mano y sí, soy muy fan de este señor, como ha quedado atestiguado en las cuatro ocasiones en que lo he reseñado anteriormente. Esta es, pues, la quinta, y si los mosquitos me dejan (me están acribillando right now), os hablo de qué me ha parecido Vida de un bribón (aunque tras esta oda a Wilkie no creo que haya dudas al respecto).

Desde la primera línea sabemos lo que tenemos entre manos: Francis Turner está decidido a contarnos su vida y cómo las circunstancias lo llevaron a convertirse en un bribón aun siendo de noble familia. Y es que las limitaciones y convenciones sociales de pertenecer a una familia de noble estirpe como la de los Mortimer sin un penique en el banco no le deja muchas opciones: quedan descartados el ejército, la iglesia y el mundo de los negocios, y encima no hay dinero para estudiar como un caballero. Alguien avispado sugiere que mejor sería que se casara con una heredera forrada de dinero, pero por desgracia nadie le hace caso. ¿Qué salida le queda al pobre Francis? Pues tirar de talento con el pincel y ganarse la vida vendiendo divertidas caricaturas, y qué mejor que usar como modelo a su familia y conocidos de la alta sociedad. Cuando le pillan, queda claro que su familia no comparte la diversión y encima le echan de casa, es cuando empieza la existencia de bribón buscavidas de Francis, en la que ejercerá diversas profesiones muy poco legales amén de disfrutar de una breve e instructiva estancia en la cárcel, que a Francis le gusta vivir bien pero pagar poco por hacerlo. ¿Existe algo que pueda reconvenir una vida tan disipada como feliz e inofensiva? Claro que lo hay... l'amour!! Pero no os confundáis, que estamos en una novela de Wilkie Collins, y a este señor le gustaba más el misterio que a mí un té con limón, así que entre tanto jijijaja y romance, aun le da tiempo a sumergirnos en un poquillo de suspense.

Vida de un bribón fue publicado inicialmente en 1856 en Household Words, la revista que Charles Dickens editaba semanalmente durante la década de 1850. Aunque esta novela corto gozó de mucho éxito, Collins retrasó constantemente la publicación en formato libro porque su intención era la de continuar las aventuras del protagonista allá donde terminaba la historia original; finalmente se dio cuenta de que era un proyecto que nunca llevaría a cabo y en 1879 volvió a publicarla con algunos ligeros cambios pero manteniendo el mismo desenlace. En el momento de esta reedición, Wilkie Collins confesó que la exhuberante alegría que desprende la historia es fiel reflejo de la etapa en que escribió la novela. Vivía en París, tenía a Dickens de vecino y las compañías que frecuentaba estaban relacionadas con el arte y la literatura. Fue una época muy feliz de su vida y esa felicidad se transmite en el tono festivo, irónico y bullanguero de buena parte de la narración.

¿Qué podemos encontrar entonces en Vida de un bribón? Pues algo que a Wilkie Collins le gustaba mucho hacer y además se le daba muy bien: una mezcla de géneros variopinta que van alternándose y predominando según necesita la trama a lo largo de las páginas. Por eso tenemos un comienzo fuertemente humorístico e irónico no carente de crítica social en el que la presentación que el protagonista hace de sí mismo y de sus circunstancias y avance en el mundo laboral despliega una sonrisa tras otra en la boca del lector. Este tono se mantiene hasta que entra en escena un cambio en su situación afectiva, en el que se pierde parte de esa ironía tan explícita y no solo se nos enamora, sino que Wilkie nos sumerge de lleno en un misterio con un villano maloso y corremos unas cuantas aventuras. Vamos, como decía antes, es Wilkie Collins en estado puro. Romance, humor, suspense, misterio, ironía, crítica social... de todo un poco, y todo bien barajado y repartido por toda la trama: hay espacio para las risas cuando tiene que haberlo y se nos pone misterioso cuando toca darle alas a nuestro héroe (sí, héroe, que nuestro bribón es muy bribón pero nos sale demasiado encantador como para considerarlo otra cosa). Hay quien no gusta de la literatura de este autor por considerarla menor, hay quien dice que su obra es muy irregular y llena de claroscuros... que ya, que sí, pero a mí que me los den de dos en dos (MH, cheerleader de Wilkie hasta los huesos... y mucho, mucho más de su amigo Dickens, pero a Dios no lo reseño por aquí porque me da pánico).

Os decía antes que nuestro bribón no es tan bribón, cosa que no creo que sorprenda a nadie. Es de esos embaucadores llenos de encanto e inteligentes que reconoce cuando le tienen que cantar las cuarenta y ponerle en su sitio y no siente ningún pudor a la hora de contarnos sus diversas aventuras porque sabe que, nos cuente lo que nos cuente, nos va a caer bien. Resulta infatigable en su optimismo y encantador en su insolente picaresca, y como no se guarda nada y reconoce sus debilidades tanto como sus fortalezas e inconstancias, pues lo compras como bribón adorable y te vas con él de correrías. Los primeros capítulos, que sirven sobre todo para establecer de manera firme su estatus de oveja negra dentro de su familia, los utiliza para poner patas arriba las aburridas, hipócritas e insoportables convenciones sociales que regían con pulso firme a la alta sociedad británica de la época. Todo estaba mal visto, todo era indigno de la noble cuna y el buen nombre, y ganarse la vida cumpliendo toda la ristra de condiciones y prohibiciones resultaba casi una quimera. ¿¡Cómo no iba a escoger nuestro protagonista la profesión de bribón!? Tampoco tenía muchas alternativas.

Me ha resultado curioso encontrarme aquí algo que Collins varios años después desarrolló y usó de una manera mucho más predominante en otra novela suya, Marido y mujer, y no es otra cosa que la ley escocesa del matrimonio, así que debo presuponer que era un tema que o le interesaba mucho a él, o le interesaba mucho a los lectores de la época (y por si a alguno de vosotros también le interesa, la ley matrimonial escocesa de la época eran tan peregrina que si dos personas decían que estaban casadas delante de un testigo, ya estaban casados. Imaginaos la de parejas fugitivas inglesas que tendrían que recibir día sí día también en las aldeas y pueblos escoceses que lindaban con Inglaterra... con cruzar de país y decir delante de alguien que estaban casados, anda que no solucionarían deslices).

Otros temas inherentes a la época que se tratan en la novela son las cárceles de deudores (aunque en eso Dickens no tiene rival... que me perdone Wilkie si me oye), el ya floreciente mercado de la falsificaciòn de cuadros antiguos (Collins era un apasionado del arte y disfruta disertando sobre él) o las deportaciones de reos a Australia, que además es un tema que da para hablar mucho porque esos mismos reos muchas veces rehacían sus vidas en las Antípodas y lo que no habían conseguido en su país de origen lo conseguían en una tierra virgen que era oro puro en cuanto a oportunidades. Los australianos de hoy en día tienen sus orígenes tanto en los británicos que emigraron libre y voluntariamente a sus tierras como en los convictos que, antes la saturación de las cárceles inglesas, fueron deportados y obligados a cumplir sus penas de prisión trabajando en ellas.

En fin, que me voy por las ramas... no diréis que al bueno de Wilkie no le da tiempo a tratar temas en apenas doscientas páginas, ¿eh? Y porque no os he hablado del empeño que tienen ciertos familiares por mantener vivo a nuestro Francis cueste lo que cueste, pero eso ya lo descubriréis por vosotros mismos si abrís el libro. La de risas que se echa el protagonista a costa de este tema...

Resumiendo, si no habéis leído nunca a Wilkie Collins, Vida de un bribón me parece una fantástica alternativa, y si ya lo habéis leído, pues vais a tiro fijo, no tengáis duda alguna de que os va a gustar. Es un libro corto, narrado de manera ágil y guasona que se lee en dos sentadas, y aúna muchas de las características que luego harían famoso al autor, como la mezcla de géneros y el baile continuo entre humor, romance, misterio que tan buenos momentos nos ha dado a sus fervientes admiradores. Aunque es una obra bastante temprana y anterior a los libros que le han hecho más famoso, en el momento de publicar Vida de un bribón ya había escrito varias novelas y se le nota la confianza, el aplomo y, sobre todo, lo bien que se lo pasó dando vida a la historia. Ese disfrute se percibe sobre todo en la primera mitad del libro, en la que es imposible no sonreír constantemente ante el incesante juego de palabras lleno de ironía, sarcasmo y astucia (salvando las distancias, a ratos me recordaba al Dickens de Los papeles póstumos del club Pickwick), y si luego le da por ponerse misterioso y llevarnos a ese terreno que tanto le gustaba abonar y ver crecer florido y hermoso, pues nos vamos con él y punto.

Estos seis meses iniciales del proyecto de Reseñas Cruzadas han sido una montaña rusa porque, a nivel personal, he tenido de todo: lecturas que no me han gustado, lecturas que me han dejado tibia, lecturas que hubiese disfrutado más leyéndolas en el momento adecuado y lecturas que me han gustado mucho. Vida de un bribón pertenece a esta última categoría; no sé si hace falta escribirlo con todas las palabras pero, por si acaso, ahí queda. God save Wilkie!

Venga, lo digo... si alguna pega tengo que poner es a la edición, que traduce los nombres propios o los cambia porque sí, como se hacía en las traducciones antiguas. Es algo que no me gusta nada, lo he dicho muchas veces, y leer Francis (por Frank), Roberto, Pedro o Juan (un Juan Peter aparece por ahí, en el colmo de la extravagancia) en una edición de 2014 me tira muy para atrás. Es que incluso está cambiado el apellido del protagonista, que no es Turner, como aparece en esta traducción, sino Softly, o el de su abuela, que no es Mortimer, sino Malkinshaw (y porque he dejado de mirar, que habrá mucho más). Si es una traducción antigua, que tiene toda la pinta, eso tendría que haberse corregido (y si es nueva, que lo dudo muchísimo, es muy raro, la verdad). Pero bueno, mi reto de Agatha Christie me tiene más que acostumbrada. Las ediciones de Molino curten en el tema :)
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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