Las cálidas acuarelas (Incluso en sus tonos más oscuros) de Piet Globler son irremediablemente fusiladas por la humilde reprografía que jamás alcanzará a reproducir con exactitud los colores y texturas que fabricó el buen pincel. Con ello se pierde mucho de la esencia, y pese a todo , el álbum gráfico de Jorge Luján consigue el propósito de poner en manos infantiles algo realmente bello. Las poesías que acompañan a estas láminas son suaves, pequeñas, sencillas y efímeras. Pero no por ello podemos hablar de ausencia de virtud en las letras, pues el emisor sabe a la perfección que a su receptor le impacta más la imagen, que la palabra. Once colores relacionados todos ellos con la naturaleza o el universo y los brillantes objetos que lo decoran. Así, viajamos del radiante amarillo solar al blanco lunar que crece y decrece en forma de abanico o, al negro universo donde sus ojos brillan mientras duermen. Importante verde, árboles y plantas que dan buena suerte y son, sin duda, las semillas de la vida. Un libro donde a veces los colores chillan, pero ¿qué otra cosa pueden hacer el rojo, y el naranja? Más relajante es ese azul de un cielo, justo el mismo que los ojos de la niña que bajo él, se siente feliz. La intención no es aprender a distinguir los colores que nos abrazan, sino jugar con ellos, con su fantasía y hacer con estos pequeños trucos de magia en forma de poesía. Ideales estos poemas de acuarelas y susurros, para esa edad donde ellos y ellas se fascinan con lo que ven por encima de lo que leen. Y es que en estos casos es mejor acompañar de forma breve, que estorbar con mucho, al que mira, lee y sueña. + Leer más |