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Regina López Muñoz (Traductor)
ISBN : 8418859741
Editorial: Ediciones Siruela (16/02/2022)

Calificación promedio : 3.5/5 (sobre 1 calificaciones)
Resumen:
Esta es una biografía de aventuras, la celebración de ese mundo sin fronteras que fue la vida y la obra de Hugo Pratt, un particularísimo y seductor universo que se burla de la distinción entre la cultura noble y la popular, en el que conviven con naturalidad las civilizaciones del pasado y las del presente, la utopía y el pragmatismo, la acción y el desapego, la bufonería y la melancolía, el comportamiento caballeresco y la codicia, el amor y las ganas de escapar d... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Queridobartleby
 15 March 2022
La aparición reciente en España de la aproximación a Hugo Pratt y su obra, «La aventura soñada», me permite hablar sobre el libro; sobre Hugo; sobre Corto Maltés; sobre «La balada del mar salado», un cómic esencial.

Tenía todas las expectativas puestas en el libro de Thierry, debido a la escasez de trabajos sobre Hugo Pratt, traducidos al español.

Comienzo el libro, apuntes muy interesantes. Desgraciadamente decae cuando introduce el autor la ficción, en torno al dibujante italiano.

Me causa cierta decepción y estoy incluso tentado a dejarlo, leído prácticamente la mitad. Mi insistencia en seguir leyendo, me recompensó de manera gratificante, al olvidar el autor la ficción, centrándose en sus impresiones sobre el autor italiano y las lecturas de su obra; tanto en el pasado juvenil, como las revisiones en él presente.

Parte Thierry Thomas, de su pasión por el cómic y el deseo de ser dibujante a edad temprana. Con quince años viaja junto a su hermana hacia Venecia, para enseñar sus dibujos al autor italiano, Hugo Pratt.

Al ver las planchas en el estudio de Pratt, queda fascinado y de manera sincera reconoce que ese viaje lo hace más por los dibujos que por el propio autor. Siente atracción por los dibujos de Pratt y por las imágenes de las películas de Fellini. Aclaremos que Thierry actualmente, es guionista y cineasta:

«Me intrigaban los matices del entintado de aquellos originales. Por esas imágenes estaba yo allí, más que por Hugo; por aquel entonces, no sabía nada de su personalidad. Ver, para mí, era un ardor. Las imágenes bajo cuyo influjo vivía, ya fueran dibujadas o filmadas, ya las firmasen Hugo Pratt o Federico Fellini, me parecían únicas y de un valor inconmensurable.»

Pratt, observa los dibujos de Thierry y le ofrece unos consejos, el principal, que aprenda a narrar.

Nos ofrece Thierry unas pinceladas, en las cuales el autor de Corto Maltés, aparece como una persona absorbente ocupando el centro de atención de las tertulias, «Hugo debía ser el centro de atención; si no, se aburría, se marchaba. Se acostaba a las tantas y se levantaba temprano. Suelo recordarlo tomando un café antes del amanecer.»

Hay cierta extrañeza y una visión algo sombría en torno a Pratt. Él lo conoció. Puede ser quizás su juventud, o realmente que Hugo imponía, difícil saberlo, pero sus palabras son elocuentes:

«La energía y vitalidad de Hugo tenían algo aterrador. Que me aterraba. Y eso que yo era joven, mucho más joven que él: unos quince años, y él, unos cuarenta. Sin embargo, tenía la sensación de que jamás dispondría de una fuerza física semejante; tendría que arreglármelas de otro modo, tendría que tirar de astucia. Percibía también una angustia vaga, secreta, que lo habitaba. A mí me incomodaba; a él le fastidiaba que se notara. Era una tensión, una insatisfacción permanente. Como si su amor por el placer, por las fiestas, entrase en conflicto con las exigencias de una búsqueda insaciable.»

Hace notar lo gran viajero que fue Pratt: Etiopía, Argentina, Inglaterra, Canadá, Brasil, La Guayana, el Caribe, Finlandia, Tanzania, Kenia, Marruecos, Francia, España …

Thierry paulatinamente dejó de dibujar; sin saber por qué, nos dice. Como indiqué anteriormente, su actividad principal se centra en la imagen, como documentalista y guionista. de algún modo, un oficio en el que la imagen, al igual que en el cómic, tiene su principal razón de ser.

Tras estas consideraciones, llega, a mi entender, la parte más floja del libro; pues si bien, Thierry desglosa la trayectoria de Pratt, los proyectos de trabajo y las relaciones sentimentales; introduce un apoyo ficcional con hipotéticas conversaciones, que producen cierta debilidad en la obra.

No obstante, entre la ficción, Thierry sigue aportando interesantes datos sobre Pratt; como sus autores referentes tanto en el mundo literario como en el del cómic; Homero, con lecturas infantiles de fragmentos de «La Ilíada» y «La Odisea»; Stevenson, del que llegó a adaptar al cómic, «La isla del tesoro»; Milton Caniff, su referente principal en el ámbito del cómic, cuya creación «Terry y los piratas», lo deslumbraba.

En 1945, con 22 años participa en Venecia con un grupo de amigos en la confección del tebeo, «As de Picas».

Una importante editora argentina contacta con el grupo veneciano y Pratt viajará a Argentina en 1949, estableciéndose prácticamente 13 años. Sobresale en estos años su creación del «Sargento Kirk», con guión del maestro, Hector Oesterheld; quien en 1957 funda la editorial Frontera. Destacan las creaciones de Pratt, «Ernie Pike» y «Ticonderoga». Con «Ana de la jungla» (1959), además del dibujo, comienza a crear sus propios guiones.

Hay un breve lapso londinense y una vuelta a Italia en 1962. Diferentes cooperaciones; principalmente, con Ongaro.

Pero lo que más nos interesa, es el encuentro en 1967 con el empresario genovés, Florenzo Ivaldi. Entusiasta del cómic, lanza con Pratt, la revista mensual, «Sargento Kirk»; en la que aparecerá la esencial, «La balada del mar salado» y su inolvidable personaje, Corto Maltés.

Y aquí, podemos retomar las palabras muy acertadas de Thierry, sobre la esencialidad que habita en el cómic y en el personaje:

«La reflexividad de Corto suscita la nuestra, y con ella gana esa misteriosa hondura propia de los retratos pintados. Si hay un antes y un después de Corto en la historia del cómic es principalmente porque su autor, al ser responsable de los guiones, se convirtió en dueño absoluto de sus ritmos. Con el tiempo que «trabaja» esas aventuras, el tebeo se abre a la interioridad; y nosotros, sus lectores, a esa experiencia del tiempo.»

Thierry, destaca la importancia que adquirirán los guiones en las obras de Hugo Pratt:

«En 1967, Hugo se embarcaba en este relato de una ambición sin precedentes, ni en su producción ni en el cómic de la época. La aventura narra un viaje hacia la madurez y por el océano Pacífico. O cómo dos niños, Caín y Pandora, atracan en las orillas del universo de los adultos, en un mundo cuya armonía se verá trastocada por la guerra. Corto Maltés, marinero tenebroso de pasado poco definido y semblante inspirado en el de Burt Lancaster, ejerce de barquero. Hugo es el autor de esta novela dibujada. A partir de entonces ya solo trabajará sobre sus propios guiones.»

Al igual que el dibujo se nos quedan grabadas también, las palabras de otro personaje con entidad propia, el mismísimo Océano Pacífico:

«Soy el océano Pacífico. El mayor de todos…»

Aquí, Thierry nos ilustra de modo perfecto:

«Asocio estas palabras a Hugo desde que descubrí La balada. Resuenan como el «¡Ábrete, sésamo!» de su obra.

La frase siguiente completa su retrato: «Me llaman así desde hace mucho. Pero no es cierto que esté siempre así [pacífico]». Lo cierto es que Hugo tampoco era siempre pacífico. En el umbral de esta vita nuova que comenzaba, tomó la palabra en nombre del gran azul. Más concretamente, más esencialmente, lo dejó hablar a través de él.»

El autor, escribiendo las notas para el libro, hojea primero las páginas del cómic antes de leer, reflexionando sobre la flexibilidad del cómic como medio, al ofrecer la posibilidad de observar primero antes de leer, en una vuelta a la infancia de los tebeos:

«Antes de leer, hojeo. Otra licencia del cómic: primero ver, luego leer. Si la regresión infantil desempeña un papel en el gusto por los tebeos, es por esto: la visión precede a la lectura, como cada mañana desde que sabemos leer. Abrimos un álbum de historietas y volvemos a ser una criatura a quien las cosas, al despertar, se le ofrecen antes que las palabras.»

Nos cuenta Thierry, como Hugo, al encontrar el gusto por el texto, simplifica el dibujo en el tebeo:

«Bajo el influjo del agua de los lagos, su dibujo se aligera, se depura. Los alisios purifican su trazo. El dibujo, al principio aún muy ilustrativo —en la primera viñeta, por ejemplo—, se decanta al cabo de una decena de páginas. A partir de entonces, responde a esa voluntad que se convertirá en piedra angular del trabajo de Hugo: sus viñetas no deben «detener la mirada demasiado rato», ya que el cómic es ante todo «una historia que uno cuenta y que el lector debe recorrer rápidamente, al ritmo del montaje que ha escogido el dibujante».»

Otro apunte interesante, sobre la relación texto-dibujo, del dibujante italiano:

«Al Hugo narrador le gustaban los guiones tupidos; el Hugo dibujante se concentraba en lo esencial.»

Más que en Corto, la narración se articula en torno a Pandora. Provoca unos instintos primarios en el resto de personajes; en Corto; en Slütter; en el Monje. A lo largo de la obra, la actitud de Pandora hacia Corto irá cambiando de la hostilidad hacia la atracción sentimental. del mismo modo, cabe decir que Caín modificará su opinión negativa del marino por un acentuado aprecio.

Sobre el mayor o menor protagonismo de Corto en las obras, nos indica Thierry la controvertida opinión del propio Hugo, sobre el marino, en una entrevista:

«Hugo decía de Corto que era «un héroe en forma de nexo», que existía a través de sus cómplices más que por sí mismo. Me extrañaría que muchos lectores compartieran este punto de vista: Corto se muestra como lo opuesto a un personaje vacío (como resulta evidente en el caso de Tintín, por ejemplo); y sin embargo, así lo veía Hugo. Y uno de sus retratos más hermosos de Corto no se encuentra en una historieta, sino en dos acuarelas en las que el héroe solo queda definido por su silueta, sentada y melancólica en una, dispuesta a partir y de nuevo melancólica en la otra, y esa silueta vaciada, «en reserva», solo se define mediante el color que la envuelve. Un color que es el de la tierra, ocre o «de Siena», de la tierra que permanecerá cuando Corto haya dejado atrás el litoral.»

No sé el contexto de la reflexión de Pratt, pero es cierto que Corto tiene vínculos con todos y cada uno de los personajes. No creo que Hugo pensara en la vacuidad de Corto. Es un héroe o mejor, un antihéroe romántico, aparentemente despreocupado e irónico. El humor es muy importante en su manera de ver la vida. Es un libertario y siempre se pondrá del lado del más débil. Alberga también sus contradicciones y aspectos sombríos, como los grandes personajes del cómic y la literatura.

Destaca el autor francés una escena que tiene como protagonista al Monje:

«Uno de los dibujos más bellos del álbum: el Monje se lamenta: «He matado al único amigo que tenía…». Las gaviotas retozan a ambos lados de su sayal, cuyos pliegues, toques de tinta, pinceladas ágiles funcionan como eco de las puntas afiladas de las plumas de los pájaros. Una vez pasada la crisis, todo vuelve a la normalidad, dentro de un orden donde flora, fauna y ser humano actúan en un mismo plano.»

Un dato importante que aporta el autor francés, es la angustia que atraviesa las obras de Pratt desde «Ana de la jungla»; debido al fallecimiento en África, de una hermana nada más nacer.

Profundiza en las obras protagonizadas por Corto. No quiero extenderme, pero si decir, que ofrece suficientes detalles interesantes. También habla de las mujeres que pueblan las obras del marino, muchas con base en relaciones reales del dibujante italiano.

Es destacable la opinión de Hugo en torno al cómic, que desbroza el autor francés:

«Cuando a Hugo le preguntan si el cómic es un arte, él contesta que es un medio de expresión, y que con esa definición le basta.»

En la Página: queridobartleby.es, incluyo unos fragmentos muy interesantes de una entrevista a Hugo Pratt

Thierry tiene un apartado para la faceta acuarelista de Hugo. Se inició en Londres, tras su etapa Argentina. Destaca aspectos de la personalidad del dibujante que se reflejarán en las acuarelas; los gustos por la bebida, por las peleas, por el baile:

«…y con frecuencia se muestra despótico (pero también, por supuesto, terriblemente «entrañable»); el universo de la acuarela reposa sobre la liviandad de los toques de color que rozan el soporte como los dedos de una mano que jugase a rizar la superficie de un lago. En una palabra, sobre la delicadeza. Sin embargo, es esa parte de él, presentida, sutil y profunda, la que Hugo reconocerá a través de la acuarela.»

Otro apunte destacado sobre el Pratt acuarelista:

«Sus acuarelas son resultado de una tensión —de una tensión delicada— entre la toma en vivo de un paisaje o de un personaje y la profundidad de los sueños.»

Cuenta Thierry como ha tenido un encargo de la cadena Arte, para la realización de un documental sobre Hugo Pratt. Se documenta en Grandvaux, lugar donde tuvo su cuartel general, el dibujante italiano. En la actualidad, un grupo de seguidores, con Patrizia Zanotti al frente, aseguran la continuación del legado del dibujante italiano. Facilitan al autor para la confección del documental un buen número de fotografías de las que hace un singular repaso.

Aprovechando la publicación del libro, es un buen momento para, si ya disponéis de su obra, desempolvarla; en caso contrario, descubrirla, comenzando por la seminal, «La balada del mar salado». Norma Editorial tiene nueva edición en blanco y negro y color.


Una vez revisadas las obras, complementarlas con el libro de Thierry, puntualizando que no es una biografía en sentido estricto del gran autor italiano. Puede confundir el subtítulo en español, que no existe en francés. Siendo el título original del libro, más acorde: «Hugo Pratt, trait pour trait». Remarcar para finalizar, que el «mejor tono» del libro se encuentra en las reflexiones personales del autor francés en torno a la obra de Pratt, más que en su persona, como de manera franca reconoce cerca del final:

«En el fondo, de Hugo solo he conocido, y amado tal vez, su dibujo. ¿Basta eso para comprender a una persona?»


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QueridobartlebyQueridobartleby12 March 2022
La reflexividad de Corto suscita la nuestra, y con ella gana esa misteriosa hondura propia de los retratos pintados. Si hay un antes y un después de Corto en la historia del cómic es principalmente porque su autor, al ser responsable de los guiones, se convirtió en dueño absoluto de sus ritmos. Con el tiempo que «trabaja» esas aventuras, el tebeo se abre a la interioridad; y nosotros, sus lectores, a esa experiencia del tiempo.
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QueridobartlebyQueridobartleby12 March 2022
Antes de leer, hojeo. Otra licencia del cómic: primero ver, luego leer. Si la regresión infantil desempeña un papel en el gusto por los tebeos, es por esto: la visión precede a la lectura, como cada mañana desde que sabemos leer. Abrimos un álbum de historietas y volvemos a ser una criatura a quien las cosas, al despertar, se le ofrecen antes que las palabras.
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QueridobartlebyQueridobartleby12 March 2022
En 1967, Hugo se embarcaba en este relato de una ambición sin precedentes, ni en su producción ni en el cómic de la época. La aventura narra un viaje hacia la madurez y por el océano Pacífico. O cómo dos niños, Caín y Pandora, atracan en las orillas del universo de los adultos, en un mundo cuya armonía se verá trastocada por la guerra. Corto Maltés, marinero tenebroso de pasado poco definido y semblante inspirado en el de Burt Lancaster, ejerce de barquero. Hugo es el autor de esta novela dibujada. A partir de entonces ya solo trabajará sobre sus propios guiones.
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QueridobartlebyQueridobartleby12 March 2022
Me intrigaban los matices del entintado de aquellos originales. Por esas imágenes estaba yo allí, más que por Hugo; por aquel entonces, no sabía nada de su personalidad. Ver, para mí, era un ardor. Las imágenes bajo cuyo influjo vivía, ya fueran dibujadas o filmadas, ya las firmasen Hugo Pratt o Federico Fellini, me parecían únicas y de un valor inconmensurable.
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QueridobartlebyQueridobartleby12 March 2022
Cuando a Hugo le preguntan si el cómic es un arte, él contesta que es un medio de expresión, y que con esa definición le basta.
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