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En forma de monólogo, Lea narra a un desconocido todo aquello que sucede a su alrededor, todo aquello que piensa y siente, y lo hace desde la necesidad de entender lo que se le enreda dentro y la urgencia por vivir, saber, conocer, entender. Lea Levi ha creado una novela desgarradoramente bella, con una atmósfera lúgubre, arisca, solitaria que me recuerda a “Pequeñas mujeres rojas” de Marta Sanz y un estilo directo, sin filtros, que habla de la verdad de quien no acaba de encajar en los cánones habituales (similar al de una de las protagonistas de “Lectura fácil” de Cristina Morales). Con un estilo muy personal, la autora salpica de reflexiones vitales la narración aparentemente ligera de la protagonista, dejando un regusto incómodo y amargo que te remueve y te obliga a reflexionar sobre todo ello, para poder apagar ese fuego que en algún momento se ha generado en el estómago. Sin duda, todo un descubrimiento que me ha acompañado durante este domingo como una amenaza y un regalo al mismo tiempo. |
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