Yo confieso: 45 años de espía

También me acordé de que unos meses antes en el servicio me habían presentado al Gordo, un destacado agente del espionaje de Argentina, que durante una reunión se había reído de nuestros métodos en la lucha terrorista: «vosotros sois unos maricones, nosotros a los malos nos montamos en un helicóptero y les damos la opción de hablar o los tiramos al vacío».

La mujer en ETA estaba para lo que estaba en aquel momento: la utilizaban, no para pegar tiros; era el descanso del guerrero.

Es un estrés tremendo, porque una infiltración es totalmente diferente a todo, sirves mientras estás dando resultados, luego dejas de ser útil. No es que dejes de servir en realidad, sino que para los que mandan te conviertes en un estorbo. Eso tienes que llevarlo siempre en la mente.

Se ha escrito tanto sobre mi trabajo que he llegado a la conclusión de que se la historia se relata , con intereses ocultos o sin ellos, a mí no me interesa leerla y dejar que manipulen mi mente.

Humor, amor, pasion, engaños... Pero, por encima de todo, este es un relato duro, sincero, apasionado, violento a veces, siempre lleno de tension, que a nadie dejara indiferente. Es la historia de un hombre que se metió en el mundo de los servicios secretos desconociendo que iba a sufrir tantos abandonos, tradiciones y agresiones. Y menos cuando el resultado de su trabajo siempre ha sido ampliamente satisfactorio para sus jefes.