En Uztar, la cetrería es el oficio más tradicional y respetado de todos. Los cetreros capturan o crían aves rapaces con el fin de adiestrarlas y obtener beneficios; ya sea vendiéndolas, ya sea utilizándolas en sus peculiares duelos. Kylee y Brysen son hermanos mellizos, su padre era cetrero, pero murió en su búsqueda del águila fantasma y ellos tuvieron que continuar con el negocio para sobrevivir. Brysen disfruta con la cetrería, en gran medida porque el chico que ama también forma parte de ese mundo. Sin embargo, a Brysen no se le da especialmente bien adiestrar aves y eso, unido a su falta de seriedad para con el negocio, hace que nunca consigan saldar sus deudas. Kylee, por el contrario, odia la cetrería desde que era pequeña porque tiene un don que sólo le trae problemas, pero se esfuerza al máximo para que su hermano y su madre puedan comer cada día. Con el tiempo, la relación entre los mellizos se ve resentida por el orgullo y los remordimientos de ambos, hasta que un día la situación llega al extremo y algo parece romperse entre ellos. ¿Podrá Kylee salvar a su hermano una última vez? Los personajes de esta novela están bien construidos, pero debo confesar que Brysen me ha sacado de quicio en más de una ocasión. Emocionalmente es muy inestable y eso se refleja en sus repentinos cambios de humor. Que sea tan irresponsable me parece egoísta y no creo que sea justo que siempre se desquite con su hermana Kylee. Ella sólo intenta ayudarle y él lo sabe, pero le avergüenza que siempre sea ella la que va en su rescate y no al revés. Por suerte, a partir de la segunda mitad de la novela se puede apreciar un pequeño cambio en él. La realidad le obliga a plantearse quién es y qué es lo que quiere realmente; que sea tan intrépido y espontáneo, como un pequeño niño travieso, le confiere un encanto que hace que sea imposible no cogerle cariño y querer protegerle, pero confío en que en el siguiente libro veamos a un Brysen más maduro porque necesita poder valerse por sí mismo. Kylee en cuanto a personalidad es lo opuesto a su hermano. Son las dos caras de una misma moneda. Ella es seria, trabajadora y siempre está pensando a largo plazo. Kylee no vive el presente, es como una autómata que hace lo necesario para sobrevivir y poder ser libre en el futuro. Entiendo que quiera cuidar de su hermano, sobre todo sabiendo que es tan impulsivo, pero me irritaba que ella sintiese que estaba en deuda con él y que por eso le perdonase todos sus desplantes. de algún modo, Kylee se ha estado reprimiendo durante años al negar su capacidad para hablar la temida y legendaria lengua hueca, la cual le permite poder comandar a las aves. Es irónico ver que a pesar de lo mucho que se quieren los mellizos, casi sin darse cuenta se hacen daño continuamente debido al choque entre lo que son realmente y lo que quieren ser. Brysen desearía ser un buen cetrero como Kylee, y Kylee desearía ser una persona normal y despreocupada como Brysen. Hay otros dos personajes masculinos que paulatinamente van tomando protagonismo en la historia y que prometen dar bastante juego en la próxima entrega, especialmente el chico risueño de las montañas. El estilo de Alex London es fluido y sencillo, pero no tiene nada fuera de lo común si lo comparamos con otras novelas juveniles; para mí, lo más destacable de la novela es la idea de las aves rapaces y lo compleja que es la relación entre los protagonistas. Una furia de alas negras tiene un comienzo lento, algo comprensible ya que se trata de un libro introductorio, y luego remonta sustancialmente cuando los mellizos van a intentar capturar al águila fantasma. Es aquí cuando comienzan a apreciarse esas pinceladas de fantasía y romance de las que os hablaba. al final se descubre un oscuro secreto que, personalmente, creo que es bastante predecible, pero lo más importante es que todas las piezas comienzan a encajar. Se avecina una guerra y espero que la segunda parte de Alas negras esté a la altura de nuestras expectativas. Enlace: https://mioasisdepalabra.blo.. + Leer más |