...Pero cuando viajas de noche en una canoa tallada, aunque lleve motor, no eres consciente de lo poco que se avanza por el zigzag de la ruta. Simplemente notas que el río se curva hacia un lado y luego hacia el otro. Te acabas acostumbrando a los bichos en los ojos y en la boca, a las siluetas rugosas y brillantes de los cocodrilos asomando en el agua, y al revoloteo y el trajín de miles de animales nocturnos poniéndose las botas mientras sus depredadores duermen. No sientes las veinte millas innecesarias que recorres de más. Si acaso, se te hace corto.
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