Los Buenos

Hay personas que por ser distintas tienen que vivir en la frontera. Pero en la frontera encuentran su poder.

Pero quizá solo somos buenos cuando la vida nos lo pone fácil. Quizá el corazón se endurece cuando no está la buena suerte para ablandarlo.

Los Buenos nos vigilan y con sus saberes pueden confundir a un hombre. Hacerle querer dar media vuelta. En ocasiones quieren recompensarle (...) Pero en ocasiones castigan a aquellos que hablan mal de Ellos. En ocasiones pagan el bien con el bien. El mal con el mal. En ocasiones todo es sinrazón y desconocimiento de por qué son así las cosas, y la única explicación es que los duendes están detrás y que tienen sus propias intenciones.

Era la guardiana de los confines del mundo. El último himno humano antes de que todo fuera viento y sombras y el extraño rechinar de las estrellas. Era un coro pagano. Una canción de otros tiempos.

Por mucha muerte que haya en el mundo, la pena de cada mujer es única. En cada uno de nosotros adopta una forma distinta.

En esto de la muerte no hay dos sin tres, os lo digo yo. Y si los Buenos andan detrás de esto… pues…

Hasta que no se le ocurrió que su llanto podía despertar a los demonios que acechaban el alma de Martin, no paró. Entonces se metió la manga del tabardo en la boca y tembló en silencio. «Cómo te atreves a dejarme sola», pensó.

Que la Virgen María me proteja - pensó Nance. Soy un fresno que se enfrenta a una tormenta. A pesar del bosque, sólo yo cortejo al rayo.

Mejor búscate una cara sin arrugas en el ceño y con los ojos llenos de patas de gallo. O bien llevan toda la vida mirando al sol, o son personas amables, y ya sea trabajar los campos o sonreír lo que les hace tener la cara así, puedes estar segura de que con ellas estarás mejor

Aquella noche, con diez años de edad, había comprendido por fin por qué temían las personas la oscuridad. Era una puerta abierta y podías cruzarla y cambiar. Ser tocado y transformado.