Jaque al psicoanalista

Han pasado cinco años de los hechos sucedidos en El psicoanalista. El doctor Starks ha conseguido rehacer su vida, tanto personal como profesionalmente, pero un día se encuentra tumbado en el diván de psicoanálisis de su consulta a un hombre apuntándole con una pistola. El hombre no es otro que el doctor Ricky Starks había conocido encarnando a tres personas distintas: Rumplestiltskin, Zimmerman y el señor R, un asesino a sueldo que no había conseguido matarlo en la entrega anterior.

Siguiendo un orden cronológico lineal, con un estilo natural, directo y fluido, la trama está muy bien trabada, con un ritmo que va de menos a más conforme avanza la novela y la tensión se va acrecentando, volviéndose en sus últimas páginas vertiginoso. La mezcla de narración, descripción, diálogos y monólogos interiores hacen la lectura un auténtico "pasapáginas".

El libro tiene algunos giros argumentales muy buenos, pero el del final es sublime, con un desenlace inesperado por su originalidad, que nos deja, como poco, boquiabiertos; y, además, le da una vuelta de tuerca más y nos ofrece un epílogo que nos termina de descolocar del todo.