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Crítica de AlhanaRhiverCross


AlhanaRhiverCross
28 July 2018
Escribo estas líneas después de haber leído esta novela por segunda vez. La primera vez que la descubrí nadie había oído hablar de este joven escritor suizo y la novela no era lo que se dice exactamente llamativa por esa portada, pero fue de estos libros que llegan a una por casualidad y le di la oportunidad sin ni siquiera haber leído de qué iba, aunque sí sabía que era un thriller. Han pasado varios años de aquello pero desde entonces se convirtió en uno de mis libros preferidos, de los que voy recomendando a cualquiera que conozco que no se lo haya leído aún. Decidí que este verano me apetecía volver a leerlo y comprobar que no lo tenía idealizado en mi cabeza por la primera impresión. Además aproveché que sólo tenía un recuerdo general porque había olvidado los detalles y también la resolución final del caso. Teniendo todo esto en cuenta, os adelanto que sigue siendo uno de los mejores libros que he leído en mi vida y que me ha gustando tanto o más que la primera vez, porque con una segunda pasada he podido fijarme más en lo matices sin estar pendiente de lo que de verdad importa: ¿quién mató a Nola Kellergan?

El protagonista es Marcus Goldman, un joven escritor arrogante, cínico y perseverante que ha probado las mieles del éxito con su primera novela y ahora se enfrenta a su peor rival: él mismo. No sabe cómo repetir la fórmula que le ha convertido en un reconocido autor de best-sellers y ahora tiene que asumir que ser escritor significa muchas más cosas además de vender libros. En esta crisis existencial que se le junta con la llegada inminente de treintena, Marcus se ve inmerso de repente en un caso muy mediático reabierto: la desaparición de una chica de 15 años de la que se perdió el rastro en el pueblecito costero de Aurora hace más de 30 años. En realidad, es el propio Marcus el que se mete voluntariamente en la investigación porque el cadáver de la joven Nola Kellergan aparece enterrado en el jardín de su antiguo profesor y mentor, Harry Quebert, quien es detenido inmediatamente acusado del asesinato de Nola, con quien mantuvo una relación sentimental cuando él le doblaba la edad a la chica.

Una de las mejores cosas que se aprecian en la novela es la relación tan estrecha que mantienen Marcus y Harry, alumno y mentor, pero también únicos amigos el uno para el otro, una relación casi familiar. El mensaje que lanza el libro sobre la solitaria vida del escritor que se sienta ante el mar (o ante el ordenador, dependiendo de la generación) a contemplar la vida a ver si aparece la inspiración es constante en toda la novela, así que mientras tanto vamos viendo numerosos fenómenos a los que se enfrentan l@s autor@s como el síndrome del impostor, la página en blanco, el miedo al fracaso o la presión por no estar a la altura de las expectativas. Todos los capítulos comienzan con pequeños consejos escritoriles de Harry hacia su pupilo pero con los cuales pretende también aconsejarle en la vida. Pequeñas reflexiones que son joyitas en sí mismas incluso aunque se lean por separado de la novela. Las conversaciones que mantienen entre profesor y alumno a lo largo de toda la investigación tiene un aura de complicidad, respeto y admiración mutuos que aunque formen parte del misterio central que Marcus trata de resolver exculpando a su amigo, tienen una profundidad sobre cuestiones de la vida, el amor y la amistad que también he disfrutado muchísimo aunque en esas partes la historia en general avance poco o nada, pero es innegable que sirven para conocer la vida de ambos personajes desde muchas perspectivas.

Mientras tanto, aunque los personajes principales sean Marcus, Harry y la propia Nola, la novela está cargada de personajes secundarios tan variopintos como suele ser habitual en las novelas policiacas del tipo Agatha Christie, algunos tan extravagantes e histriónicos que claramente se ve que son personajes de una novela, rozando lo cómico de lo absurdo que puede llegar a ser su comportamiento. También los escenarios típicos de un pueblecito costero tienen muchísima importancia como la cafetería en la que trabaja Nola, la cabaña en la playa que compra Harry Quebert en busca de tranquilidad para escribir, la mansión de Elijah Stern, el mecenas de la zona o la comisaria en la que trabaja Perry Gahalowood, el nuevo jefe de la policía de Aurora, con quien Marcus enseguida hace buenas migas por cercanía en edad y porque ambos manejan el arte del sarcasmo a la perfección. Sus mutuas pullas constantes dejan entrever una bonita amistad que me parece adorable.

Seguramente, el personaje de Nola es uno de los más polémicos que veréis en mucho tiempo. A sus 15 tiernos añitos es una jovencita precoz que trabaja como camarera y que enamora perdidamente al escritor treintañero que desayuna todas las mañanas en su cafetería y escribe en el porche de su casita en la playa. La bonita historia que viene a la mente se distorsiona una y otra vez cuando recordamos las edades de ambos, pese al afán de la novela en romantizar este tipo de relación justificándolo en el amor verdadero independientemente de factores como la edad. Este es quizás el único punto en el que no consigo ver por qué el autor no intenta darle otro enfoque en vez de afianzar esa idea de “amor romántico” entre una niña de 15 años y un hombre de 34 (año arriba año abajo). Y lo peor de todo es que las críticas llueven por ambas partes acusando a Harry de pederasta y a Nola de zorra engatusadora de hombres mayores cual Lolita adolescente, pero siempre dando a entender que esas críticas provienen de personas que no tienen ni idea de la verdadera historia que hay detrás: “Es que están enamorados”. Pues vale, pero no lo comparto.

Independientemente de esta cara de la novela, la polémica ayuda muchísimo a que el componente moral del asesinato de Nola Kellergan sea otro de los factores más interesantes de la investigación del caso y supongo (quiero pensar) que Joël Dicker incide en esta cuestión a sabiendas. Hay muchos elementos religiosos que suman morbo al tema y también una buena dosis de psicología retorcida en varios de los personajes. Incluso las historias personales de casi todos los secundarios son tan escabrosas que resultan interesantes sólo por saber qué es verdad y qué es invención de ellos para salvarse y utilizar únicamente a Harry Quebert como cabeza de turco. Además, todos parecen fichas sacadas del juego de mesa La herencia de tía Agatha y tenemos a casi todos los sospechosos habituales de una buena novela de misterio: el reverendo, el jefe de policía, el chófer, la camarera, el mecenas, el escritor, la amiga… A lo largo de todos los capítulos es imposible no ir saltando de uno a otro y verlos como los claros asesinos de Nola Kellergan.

Por otra parte, Joël Dicker tiene una forma de escribir que 600 páginas se convierten en la mitad porque casi todo transcurre en diálogos muy dinámicos, la mayoría entre Marcus y el resto de personajes, porque casi nunca perdemos su punto de vista. Es más, gran parte del libro está escrito en primera persona cuyo narrador es el propio Marcus, excepto las partes narradas en tercera persona del pasado para contarnos la historia en la época de Harry Quebert hace treinta años. Esta curiosa forma de narrar los acontecimientos a dos tiempos le da mucha más velocidad a la novela porque podemos avanzar en la investigación presente mientras vamos viendo lo que realmente ocurrió en los años 1975. Además, el autor cuenta con recursos narrativos suficientes para lograr crear suspense y jugar al despiste lanzándonos datos en ambas épocas sin confirmarlos ni desmentirlos porque todo proviene de potenciales sospechos@s. Así que en general, este autor me parece un maestro del thriller que no da puntada sin hilo y que nos mantiene en ascuas hasta el mismísimo final, imposible de predecir por muy suspicaces que seamos.

En resumen, una historia adictiva de principio a fin que mantiene el interés hasta el mismo desenlace de lo que esconde esa verdad de la que habla el título de la novela. Admiro la capacidad del autor de crear una historia central sobre la que construir múltiples subtramas relacionadas acerca de cada personaje nos mantiene a la expectativa de saber más y más, porque nunca sabemos con seguridad si todo tiene relevancia para la resolución del asesinato o si es mera paja interesante. He disfrutado (por segunda vez) de cada página de esta novela y como vengo haciendo desde hace años, seguiré recomendando a Joël Dicker y su novela revelación hasta aburriros, aunque ahora con energías renovadas.
Enlace: http://enmitiempolibro.blogs..
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