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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
19 October 2021
“ Decidí escoger tres palabras poderosas, tres palabras que me protegieran; mientras esas grandes palabras no se pronuncian en voz alta no se produciría ningún cambio”.

Me ha costado dios y ayuda hacer esta reseña, porque es un libro que me ha gustado tanto y me ha dicho tantas cosas que creo que no soy capaz de describirlas con fidelidad, amén de que mucho de lo que yo pienso sobre esta novela ya se ha dicho sobre la misma.

El año pasado mi mejor lectura fue “Cuentos Escogidos”, una recopilación de cuentos con los que me adentre por primera vez, de la mejor forma posible, en el mundo de Shirley Jackson, una autora que tenía muchas ganas de volver a leer. Desde enero “Siempre Hemos vivido en el Castillo” era una de las lecturas que más ganas tenía para este 2021, pero hasta ahora no había podido adentrarme

La novela nos presenta a las hermanas Blackwood ,Merricat y Constance. Junto a su invalido tío Julian las dos llevan una tranquila existencia aislada y alejada del resto de vecinos de un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra, donde todas las jornadas se suceden en un monotonía obsesivamente predecible y controlada. de la mano de la menor de ellas, Merricat, nos adentramos en su personal mundo, en una existencia que, día a día, transcurre en un orden y placidez casi bucólicos que ocultan un oscuro secreto del pasado que, como una maldición, pesa sobre la mansión Blackwood, y que está relacionado con un crimen . Desde el minuto uno el lector se da cuenta que esa vida aparentemente plácida y ordenada es un espejismo destinado a convertirse en añicos y humo y a llevarte a algún recóndito y oscuro lugar, pues el pasado siempre vuelve.

Malicioso y turbador cuento de hadas moderno y oscuro que tiene sus raíces en la ficción gótica, “Siempre Hemos Vivido en el Castillo” es una obra que no puede dejar indiferente. Jackson escribe una historia de miedo donde este proviene de lo psicológico, con un terror sutil y cruelmente conocido y cercano, y por ello más terrible. Es el terror que se esconde en el mundo y el entorno que nos rodea, ese terror que se encuentra en lo cotidiano y que nunca sabes cuándo va a aparecer ante ti, el que se esconde en el pasado y en la sociedad (En ese sentido el clímax de la historia me recordó mucho al cuento más conocido de Jackson “La Lotería”, en el sentido de que en ambos he visto un paralelismo, la forma en que la masa humana se une para atacar a un ente individual o solitario, convirtiéndose en toda una bestia depredadora). Ademas no es una obra que se caracterice precisamente por su trama. Esta es, para que vamos a engañarnos, la mayoría de las veces plana y carente de sorpresas , que no de momentos turbulentos y efectos dramáticos, que son lo que la dan vida y los que hacen que el lector se enganche a la lectura. de hecho una de las cosas que más me ha llamado la atención de esta lectura es que al terminar de leerla todo lo que ha pasado en ella me cayó de golpe, solo entonces fui consciente de todos los horrores que acababa de leer.

No, lo que realmente hace extraordinario este libro son por dos aspectos:

En primer lugar la ambientación y la forma que tiene de narrar Shirley Jackson. Sencillamente son sublimes. Jackson crea un ambiente gótico y pesado, en el que la sombra del pasado es un elemento más a tener en cuenta. Es un ambiente que puede resultar claustrofóbico, muy apropiado para las tragedias que vamos a ver en las poco más de 200 páginas de las que se compone el libro. La mansión Blackwood es el paraíso y, a la vez, la cárcel de las hermanas Blackwood, un lugar en el que el tiempo parace haberse detenido y en el que la realidad exterior no tiene cabida.

Pero eso por sí mismo no sería tan interesante si no fuera por la magnífica forma que tiene de narrar esta autora. La forma en que escribe es maravillosa, sí, pero también lo es el cómo. La forma en que le da al lector la información en pequeñas dosis, pero a la vez le deja sin explicar claramente ciertos aspectos. de esta forma juega con el lector y hace que el saque sus propias conclusiones, convirtiéndole, en cierto modo, en partícipe de la historia que se está narrando. Además su forma de escribir puede parecer simple a primera vista, pero no hay nada más lejos de la realidad. Nos encontramos ante una prosa inteligente y profunda en la que se dan de la mano una gran complejidad narrativa y unos personajes nítidamente esbozados en el plano psicológico. Por no hablar de la gran cantidad de símbolos que jalonan todas las páginas de esta novela, que nace de los propios traumas y de los miedos con los que Jackson tuvo que convivir a lo largo de su vida, y que ayudan a entender mucho mejor la novela y sus personajes.

En segundo lugar ella, el personaje de Merricat. Decir que no es una heroína al uso es quedarse corto, es un personaje absolutamente indescriptible. Oh bueno, ella no necesita que lo hagamos, es perfectamente capaz de describirse ella sola en las primeras lineas de la novela:

“Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto”.

Creo que pocos principios de novela literarios han sido tan perfectamente capaces de describir escuetamente no solo la naturaleza de la propia obra, sino también a su narrador y el mundo que ha creado para si mismo . Porque ese es el quid de la cuestión en Merricat y el eje de la novela: la forma en que vive en su propia realidad y en su propio mundo, y como ese universo que ha creado acaba por atraparla y arrastrar también ha Constance (un personaje que también tiene mucho que decir, pero que, por otro lado, sin su hermana no sería nada) y al lector.

Decir de Merricat que es un personaje de claroscuros es quedarse corto. Porque hablar de claroscuros implica gradaciones de color, y en el caso de Merricat esto no es así, en ella conviven la luz más pura con la mayor oscuridad. Es un personaje en el que se dan de la mano la inocencia y el amor sin fisuras por su hermana junto a un comportamiento maniaco obsesivo e infantil que evidencia a una protagonista que haría las delicias de cualquier psicólogo o psiquiatra. Pero es ahí donde radica la grandeza de Jackson en este libro: logra que el lector se ponga del lado de su Merricat, la excéntrica y solitaria muchacha que no para de hablar de vivir en la luna y de practicar la magia simpática, la niña que se burla del lector y le esquive con sus misterios y con todo lo que ella sabe, pero el que lee no. Y aún así logra conquistarle. Aunque este sepa que ella es un personaje que pueda llegar a ser malvada e impasible, aunque sepa que no está en sus cabales para nada, aunque su comportamiento le choque y vea que es tan turbador como insano.

Respecto a la novela, debo decir que aunque la he disfrutado de principio a fin, tengo que reconocer que el principio se me hizo un tanto lento y pesado. Es verdad que rápidamente todo empieza a marchar a velocidad de crucero y hacerse más y más interesante, esa pesadez inicial es la calma antes de la tormenta. También es destacable señalar que, como ese ya dicho antes, en esta historia no hay grandes sustos o misterios. Pero tengo que reconocer que quizás me hubiera gustado un final un poco más impactante y que hubiera redondeado más la historia, al terminar de leer me ha quedado una sensación como que en esta novela falta algo por encajar, le falta a ver tenido un final que hubiera dejado más huella al lector.

Quizás por esto que he comentado no debería ponerle a este “Siempre Hemos Vivido en el Castillo” las cinco estrellas, pero es que realmente para mí se las merece sin contemplaciones por todo lo que he vivido leyendolo, ya que es una novela muy personal y diferente, una novela que sin grandes sustos logra asustar por su crudeza, un laberinto de espejos, traumas, oscuridad y misterios que de alguna forma logra conectar con el lector y no le deja indiferente. Y esto muestra la gran maestría de Jackson con la pluma. Definitivamente es una escritora de la que estoy deseando seguir leyendo más.
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