Tenemos en El reloj de sol un gran ejemplo de ambientación gótica, con un conseguidísimo aire de decadencia, humor ácido y personajes excéntricos. Es inquietante, morboso, divertido, oscuro y absolutamente adictivo. A ratos claustrofóbico y espeluznante, a ratos siniestro, emborronando lo real con lo sobrenatural, como si de un sueño febril se tratase. Está plagado de diálogos ingeniosos (sutiles a veces, vacuos otras, siempre autoindulgentes) entre un elenco de personajes tan vivos, excéntricos, impertinentes... dignos del mejor Oscar Wilde, que ni siquiera se escuchan los unos a los otros la mayor parte del tiempo. Una auténtica delicia gótica, de una reina de las atmósferas góticas. |