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Crítica de Guille63


Guille63
08 March 2023
A veces me pasa, debe existir algún tipo de cortocircuito en mi cabeza, la mayoría del tiempo sin trascendencia (o eso creo), que de vez en cuando se hace notar arrojándome a esa zona marginal que hay en todo grupo que admira y babea por esa chica cuya perfección a mí me parece de una simpleza tal que aborta inmediatamente cualquier posible amago de levantamiento… del ánimo. Pues eso es justo lo que me pasa con esta novela.

El caso es que la obra tiene las mismas virtudes y defectos que ya encontré en Nunca me abandones. Temas interesantes enmarcados en contextos atractivos; un estilo y un ritmo ajustado a la obra y perfectamente elaborado, nada de eso se puede negar. Como tampoco se puede soslayar su claro afán moralizante, la obviedad del juego que nos plantea en cada ocasión, y la inhumanidad que caracteriza a sus personajes, lo que en este caso es aún más grave ya que Stevens, el mayordomo protagonista, es un personaje que fagocita la novela, y que, como esos reos que eligen defenderse a sí mismos, la caga estrepitosamente como narrador dejando muy claro el error que cometió el autor al elegir esta forma de narración.

Y es que la narración en primera persona tiene sus reglas, y no siempre es fácil atenerse a ellas. Este mayordomo, que será un hacha a la hora de planificar las tareas de una casa, que será insuperable a la hora de elegir al personal adecuado para realizarlas, es de una estulticia supina a la hora de elegir las anécdotas con las que escenificar los hechos que supuestamente deben exonerar a su amado amo de las acusaciones maledicentes y, por tanto, dar un sentido a su vida en la forma en la que él la concebía. El personaje, que es el centro de la novela, la base de su moraleja, además de inverosímil por su inhumanidad, es incomprensible por la torpeza con la que elabora su discurso, por la simpleza de la traición a sí mismo, por lo transparente del truco. Todo el intento del autor, de Isighuro, no de Stevens, de describirnos al personaje por debajo de lo que el autor, Stevens, no Isighuro, nos cuenta es tan artificioso como artificial es el propio personaje del mayordomo-robot. Soy el primero en sentirlo, pero no me lo creo.
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