Soy toda oídos

Una psicóloga que se ha visto obligada a dejar de ejercer, una niña que sufre acoso escolar cuyos sentimientos son indescifrables y un gatito callejero que solo intenta sobrevivir. Tres personajes muy diferentes entre sí, pero a los que la vida no ha tratado bien.

Haesu Im es una terapeuta de éxito a la que todo el mundo conoce por sus múltiples apariciones en televisión. Pero como todo ser humano, un día la caga. Un comentario desafortunado provoca que un personaje público se quite la vida y pasa de ser la persona más admirada del país a la más odiada. Tras ese terrible suceso que marca un antes y un después en su vida, se encierra en sí misma. Corta lazos con la gente de su círculo cercano, evita espacios concurridos y vaga por la ciudad de noche por miedo a que la reconozcan. En uno de esos paseos se topa con Sei, una niña que intenta alimentar a un gatito callejero y con la que terminará desarrollando una curiosa amistad.

La crítica social siempre está implícita en las historias de Kim Hye-jin y esta vez pone el foco de atención en la cultura de la cancelación. La vida de la protagonista cambia en un abrir y cerrar de ojos, y al igual que Cersei en Juego de Tronos, la acompañamos por una especie de «camino de la vergüenza». Haesu pasa por todas las etapas del duelo (negación, confusión, ira, culpa, tristeza y aceptación) y escribe cartas que nunca termina ni envía a las personas que se vieron implicadas en lo que le sucedió. El mundo puede llegar a ser un lugar muy hostil y da bastante pena ver cómo una persona tiene que lidiar ella sola con todo ese sentimiento de culpa.

Por suerte, después de la tormenta siempre llega a la calma, y no solo somos testigos de sus peores momentos, sino también de cómo poco a poco va saliendo del fango. Ahí, Sei y el gatito tienen un papel fundamental. Los tres personajes están rotos por diferentes causas, pero terminan creando un vínculo precioso y se retroalimentan entre ellos. Mi conclusión es que estos tres personajes estaban destinados a encontrarse, aunque fuese en el momento más oscuro de sus vidas.

Si les gustó «Sobre mi hija», este libro también les va a gustar. La esencia de la autora se mantiene y me ha hecho recordar todo lo que me transmitió cuando la leí por primera vez. No obstante, esta historia me ha gustado más. Es posible que sea porque me he sentido bastante identificada en algunos aspectos. Además, que la narración esté entrelazada con las cartas que escribe la protagonista ha hecho que me metiese más en su piel. Ha sido una experiencia única, pero también muy dolorosa.

El 12 de abril la autora estará en Barcelona y el 15 en Madrid. A mí me pilla lejos porque soy de Gran Canaria, pero de no ser así, no dejaría escapar la oportunidad. Aún están a tiempo de leerlo antes de ambas presentaciones. ¡Aprovechen!

Quizás exista un velo que no nos permite ver el sufrimiento que asoma a los ojos de la gente. Mirar a los ojos nos habla de su habitante. Los ojos son la brújula del alma. Los ojos de cualquier ser humano. No somos conscientes de que vivimos rodeados de realidades crudas con tintes de locura que nos cierran en jaulas humanas. Jaulas de silencios.
Un trío de personajes, una mujer, una niña y un gato pasean las calles de una ciudad. Están heridas y perdidas en su dolor. van buscando las palabras que sean la llave que abra sus jaulas y esa herida que las viste sea un viaje emocional conjunto cuyo destino les lleve a volver a creer en la vida y en sus semejantes.
Se establecen vínculos entre ellas que empiezan a transitar por encima de las palabras y aunque las heridas tapadas nunca acaban de sanar, la historia se va diseccionando con la prosa blanca de Kim prosa limpia y ligera como una pluma pero certera como una flecha, directa a atraparte. Ella, la mujer va “hablando” cartas expiatorias que surgen de su interior más oculto, cartas nunca escuchadas ni siquiera por ella misma.
Es inevitable que esta autora me remueva hasta la última fibra. Me fascinó en su anterior obra por su delicadeza al tratar temas de afilado contorno .
En “Soy toda oídos” la marginación, el abandono, el abuso, el autoengaño y el desprecio cobran vida en sus protagonistas creando un universo lleno de reflexiones en un texto con el solo argumento de las emociones. Hay actuaciones que se imprimen en la vida de las personas, en sus decisiones y en sus consecuencias.
Pero hay algo que subyace, una sutil crítica social.
Ser rechazado y encerrado en el silencio del miedo a hablar.
El valor de las palabras, saber rescatarlas de tu interior, salvarlas de los silencios oscuros y tejer con ellas una red que te permita vivir en la luz iluminando un pasado que nos persigue creando segundas oportunidades de vida.
Será esencial saber escuchar. Y escuchar no es solo esperar a tener la palabra para hablar, es escuchar con los silencios y con los ojos.
Es escuchar(me) para poder escuchar(te) y en esta historia es esencial.