En verdad, ni un solo de los concurrentes mostraba una verdadera alegría. En verdad, detrás de sus brindis, sus bromas y risas se ocultaban, torturando sus pensamientos, ideas de muerte, de enfermedad, de falta de trabajo y de miseria. Las risas no eran bastante ruidosas, las bromas eran inadecuadamente brutales; la buena camaradería, demasiado efímera para ahogar sus pensamientos
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