El Tuerto, que coleccionaba relatos como navajas, mariposas o piedras, lo habría entendido, pues los narradores nunca mueren, sino que perviven en sus historias..., al menos mientras haya gente para escucharlas.
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El Tuerto, que coleccionaba relatos como navajas, mariposas o piedras, lo habría entendido, pues los narradores nunca mueren, sino que perviven en sus historias..., al menos mientras haya gente para escucharlas.
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-¿La Palabra? -Ella soltó una carcajada a pesar de sí misma-. Escucha, amigo -le explicó con la mayor paciencia posible-. ¿Utilizas un olifante para arar el jardín? ¿Quemas un bosque para encender tu pipa?
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