Me quedé pensando hasta que me sentí.
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Me quedé pensando hasta que me sentí.
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En saber me siento más débil que muchos escritores (por ejemplo, Hesse), en penetración poética del mundo, más fuerte.
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Antes, la pregunta: ¿Cómo vivir? Ahora: ¿Cómo pensar? (Pero la misma retórica trascendente).
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Idea de la muerte: sostener una manzana grande por el cabito hasta experimentar lo que es la pesadez.
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El convencimiento de tener que olvidar totalmente el pasado para no yacer con este dolor de pecho: ¡Tengo que perder la memoria! Contra Proust y Benjamin y la cuidada conciencia burguesa con su deseo de recordar y su autoconciencia basada en el recuerdo (mi lucha contra la memoria que me limita desde la niñez: la memoria me amenaza con la muerte).
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¿Cómo pueden ayudar los tranquilizantes si la intranquilidad es racional, viene de los pensamientos?
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Como salvación, adecuarse a otro dolor.
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Ahora siento otro dolor: el dolor de la curación.
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La desventaja de la gran literatura es que cualquier imbécil puede identificarse con ella.
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Cuando yo mismo no encuentro ayuda tampoco los otros pueden ayudarme.
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