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Crítica de Nedyah


Nedyah
26 October 2017
Kate es una joven que vive sola en Coleridge, un pequeño pueblo de Inglaterra en el que intenta llevar una vida lo más plena posible, tarea difícil si tenemos en cuenta que trabaja en una empresa prácticamente las veinticuatro horas al día, con un jefe que sólo sabe dar órdenes a voz en grito e insultándola, sin apreciar nunca su trabajo y el sobreesfuerzo que realiza al soportar a alguien como él, sin el menor reparo y agradecimiento por lo que hace. Lleva siete años soportando ese mal trato por su jefe, y para colmo, nunca ha encontrado en sus padres el cariño que una hija necesita y, estando a mil kilómetros de distancia, esa sensación se ha vuelto mucho más evidente. Su única alegría la obtiene los viernes por la noche cuando sale a tomar algo al bar escondido de su amigo Pierre. Pero las cosas parecen cambiar un poco el rumbo cuando le ofrecen la oportunidad de participar en un pequeño programa de radio en un pueblo vecino con el que empieza a emocionarse y a disfrutar de verdad, al tiempo que, en una de sus visitas al bar escondido, conoce a Don, un policía informático que le ofrecerá refugio en su casa cuando el fin del mundo hace acto de presencia en forma de tormenta perfecta, tal y como manifestaban los partes meteorológicos.
Y así, durante los días de encierro en la casa de Don en compañía de su padre Norm, su hermano Charlie, dos gemelos revoltosos y risueños, y la madre de ambos, Kate descubrirá que la vida está marcada por las pequeñas cosas y hay que saber apreciarlas y disfrutarlas al máximo.

La novela se encuentra narrada tanto por Kate como por Don. Ambos nos hacen partícipes de la historia en tiempo pasado, a modo de recuerdo de lo que vivieron en ese noviembre en el que sus mundos se entrelazaron para no separarse jamás. Kate y Don nos relatan los hechos como si estuviesen recordando lo que les ocurrió y me ha gustado mucho la técnica utilizada porque Mónica Gutiérrez muestra una pluma marcada por las descripciones claras, sencillas y directas, permitiendo que te sitúes en cada escenario con suma facilidad; algo a destacar más aún cuando la propia autora en las notas del libro hace mención a que los escenarios no existen en la realidad. Así que hay que elogiar la habilidad de la autora para que el lector se sienta trasladado a los lugares donde transcurre la historia como si hubiese estado allí en persona.
Además de la narración de los dos protagonistas, también nos encontramos con breves entradas sobre las memorias de Willian Dorner, un personaje que adquiere importancia con el paso de las páginas y me ha resultado interesante descubrir esa parte de su historia.

El personaje de Kate me ha caído muy bien. Es una joven que vive lejos de su familia y esa soledad trata de llevarla lo mejor que puede, tratando de mantener el contacto telefónico con sus padres, pese a la escasa atención e interés que ambos le muestran cuando hablan. El trabajo también trata de sobrellevarlo como buenamente puede. Estudió periodismo y sueña con dedicarse a lo que de verdad le gusta, pero lo que empezó como un trabajo temporal en una empresa de Consultoría y Finanzas, acabó convirtiéndose en algo permanente, teniendo que soportar a un jefe que siempre pide las cosas gritando y sin miramientos por nada ni por nadie. Por todo ello, vive refugiada en el calor de su hogar, disfrutando de su pequeño paraíso en el jardín y en sus noches de viernes con Pierre en su bar, los únicos alicientes que le motivan para seguir adelante y pensar que lo bueno está por llegar. Me ha gustado mucho esa fortaleza que muestra y cómo aguanta los chubascos que se le echan encima día sí y día también en el trabajo y en la soledad de su vida.
Don, por su parte, es un policía informático con sed de venganza, empeñado en cerrar un asunto que lleva persiguiendo años y que acabó con la vida de su amigo Gabriel. Pero también es una persona muy familiar y cercana y me ha enamorado su forma de ser: un tipo duro en su trabajo, empeñado en cumplir con su misión y poner entre rejas a los culpables, y un buen hombre atento y considerado con los suyos.
Los demás personajes como Pierre, Norm, Sarah y los argonatuas, como se les llama a los gemelos, aportan su rayito de luz en la vida de Don, y en la de Kate una vez que ésta los conoce y convive varios días con ellos, y hacen que la historia, de corte inicialmente romántico, adquiera un cariz variado y se ahonde en otros temas como la familia, la amistad y el saber apreciar el valor de las pequeñas cosas que ofrece la vida.


El apartado romántico, por otro lado, está llevado de forma muy pausada. No es amor a primera vista entre dos desconocidos que se vuelcan en una relación sentimental desde el primer momento.
Nos encontramos ante una relación forjada muy a fuego lento, primero como amistad, sin nada más allá de miradas cómplices o charlas y risas, conociéndose poco a poco, sin forzar nada, hasta que llega el momento en el que ambos se hallan en la misma página y se presenta el inicio de un bonito 'y vivieron felices...'.

En resumen, 'El Noviembre de Kate' es una novela agradable y entretenida que tiene un poco de todo: romance a fuego lento, amistad, familia, superación laboral, búsqueda de la felicidad... Todo ello con unos protagonistas reales, cercanos y directos que nos dan un viaje por la historia de cómo se conocieron y por qué la gran tormenta del siglo fue tan importante en sus vida, tanto en el ámbito laboral como en el personal.

Enlace: http://eraseunlibro.blogspot..
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