Nos queda lo mejor

Usar el esfuerzo como unidad de medida engrandece el desconcierto y corrompe la inclinación natural. Pero no acaba con ella. La habilidad natural resiste en un cuarto sin ventanas, al fondo de la casa, y la luz de ese cuarto nunca se apaga

La absurdidad se materializa y cobra vida en las páginas de celulosa que conforman este libro de doce relatos, distribuídos al azar en cada uno de los doce meses del año, lo cual tampoco tiene sentido alguno dicha división, más que la coherencia de que nada en estas páginas lo tiene.
Los personajes no se sabe si son salidos hace dos días de un centro neuropsiquiátrico o están aguardando plaza libre para ingresar en uno.
Rotundamente no es ni será literatura candidata al premio Nobel 2023.
La recomendaría para alguien que quiera leer algo distinto, estrambótico, absurdo, con notas muy bizarras, de prosa sencilla al alcance de todos, y que quiera reirse un rato por dentro y por fuera, porque el mayor talento de la autora no es su prosa ni las historias en sí, sino su enorme sentido del humor y su habilidad para que el lector perciba que después de todo, uno no está tan mal en sus excentricidades diarias como cree. O tal vez sí.

Después mi franqueza se convirtió en autonomía, mi autonomía en soledad, mi soledad en cinismo y aquí estoy, pide por esa boquita

La volvió a meter. El sol aplastaba. El sol, en aquel páramo, la tomaba con todo aquello que pretendiera alzarse.