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“Las pequeñas virtudes” de Natalia Ginzburg es un pequeño ensayo que da título a un libro publicado por la editorial Acantilado compuesto por once relatos con tintes autobiográficos. En él, Ginzburg habla y reflexiona sobre temas como la guerra, la infancia, su vocación como escritora, la crianza, de las relaciones humanas… Lo hace con un estilo directo, me atrevería a decir que casi seco, pero muy bello. Es un relato delicadísimo y muy emocionante. Ginzburg escribe desde la naturalidad y con memoria, puesto que a través de los escritos hace un recorrido de su vida. Desde su exilio al que tuvo que enfrentarse tras el auge del fascismo en Italia natal a su exilio en su oficio como escritora. Nos habla sobre sus primeros cuentos, sobre la literatura femenina, sobre el silencio y la soledad. Aunque todos los relatos son de una belleza excepcional, destaco principalmente “Mi oficio”. A través de este relato, Ginzburg, se abre en canal para reflexionar sobre su vocación de escritora. de lo feliz que la hace y sobre la facilidad que tiene para ponerse delante de la hoja de papel y escribir historias pero también de lo ingrato que es su oficio a veces. Habla, con una magnifica prosa, sobre como descubrió la escritura en la niñez y como supo que sería escritora de por vida. Con el relato que da título al libro “Las pequeñas virtudes” Ginzburg hace este alegato: “Por lo que respecta a la educación de los hijos, creo que no hay que enseñarles las pequelas virtudes, sino las grandes. No el ahorro, sino la generosidad y la indiferencia hacia el dinero. No la prudencia, sino el coraje y el desprecio por el peligro. No la astucia, sino la franqueza y el amor por la verdad. No la diplomacia, sino el amor al prójimo y la abnegación. No el deseo de éxito, sino el deseo de ser y de saber. Ginzburg considera que el dinero es algo innoble y que aunque sirva para comprar cosas, el ahorro puede durante un tiempo para conseguir comprar algo, puede generar una expectativas que no se cumplen. Es más, ella insta a no privar a los hijos de ningún objeto que quieran. Parece un modelo educacional bastante opuesto al que, creo, hemos recibido la inmensa mayoría. ¿Qué opináis? Conocer a Ginzburg ha sido todo un aprendizaje. |
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