Ama a tu prójimo como a ti mismo, dijo Dios. A nosotros esto nos parece absurdo: Dios dijo algo absurdo, impuso a los hombres algo que es imposible realizar. ¿Cómo amar a nuestro prójimo, que nos desprecia y no se deja amar? ¿Y cómo amarnos a nosotros mismos, si somos despreciables, pesados y tétricos? ¿Cómo amar a nuestro prójimo, que quizá no exista y no sea más que una multitud de sombras, si Dios nos hizo a nosotros, a nosotros solos, y nos puso aquí, en una tierra que es una sombra, solos, para que nos alimentásemos de nuestros vertiginosos pensamientos?