Por donde sale el sol

Iba a decir “llegué a este libro” pero realmente fue él el que llegó a mí gracias a una actividad literaria. La literatura tiene esas cosas y en ocasiones son los libros los que nos buscan a nosotros. Seguramente en una búsqueda activa yo nunca lo hubiera leído ya que los libros cada vez están menos tiempo en las librerías empujados por la enorme cantidad de novedades que van llegando. Y, por otro lado, quizá mi preferencia por los libros históricos o por ciertos escritores ya conocidos no me hubiera dado licencia para fijarme en él.

El caso es que lo leí… y me encantó. La narrativa me llamó mucho la atención, es más, en las dos o tres primeras páginas tuve que hacer un esfuerzo para adaptarme a una manera de narrar diferente a todo lo que había leído con anterioridad. Pero fue tal el gusto que le cogí, que el resto del libro no hice más que disfrutarla enormemente. Con frases cortas y concisas, no le hacen falta los circunloquios para expresarse. Con un vocabulario diferente, uniendo palabras que dan un toque de gracia por el énfasis que representa dicho recurso, y con nombres característicos de Chile que pueden llegar a entenderse por el contexto. Con una sintaxis desordenada a veces, que consigue resaltar lo que quiere expresar e incluso, de la misma manera que ocurre con la unión de las palabras, darle un toque gracioso. Y gracia tiene mucha: lloré de risa en varios momentos imaginando las situaciones que describe la autora gracias a ese estilo propio a la hora de narrar.

El libro nos cuenta la historia de una familia de siete hijos muy bien avenida. En un momento de su vida deciden (más bien decide Violeta, la madre) que han de irse, cambiar incluso de país… y así, como por azar, recalan en Chile. Por una circunstancia que no quiero desvelar (es quizá la intriga que se mantiene en buena parte del libro) Rogelio, el padre, se encuentra en el nuevo país con sus siete hijos y sin Violeta, la que siempre tenía la fuerza y el talento para resolver cualquier situación. Los avatares, las luchas… para salir adelante nos muestran lo mejor del ser humano: el amor que se percibe entre todos (a pesar de los roces cotidianos que puede haber en una familia tan numerosa), la generosidad, la aceptación de cada uno con sus luces y sus sombras, la superación, la amistad… Una familia donde los valores se respiran en cada página.

Una trama muy sencilla, donde no ocurre nada extraordinario y, sin embargo, es esa cotidianidad lo que va enganchando al lector. No es necesaria la acción sin límite, ni la intriga de la novela negra para captar la atención del lector de principio a fin. Quizá es la mezcla de esa extraordinaria narrativa y los personajes tan variopintos, a los que se le coge un tremendo cariño (bueno, a todos no, con otros… quizá se despierten otro tipo de sentimientos) lo que consigue que el lector viaje y se encuentre de repente en Chile con ellos, viviendo sus vidas, compartiendo sus emociones y preocupaciones.

“(…) la vida de los diversos miembros de la familia en cuestión son expuestos con un gran equilibrio narrativo e indudable belleza literaria que hace de lo cotidiano casi lo excepcional”. “Un argumento aparentemente sencillo, pero intenso por la gran calidad con que está desarrollado, y por la indudable emoción de los aconteceres, hace de esta novela una obra de infrecuente fuerza creadora” (Contraportada)

Las descripciones de los lugares son magníficas. Tal es así que realmente uno se encuentra allí, subiendo los Andes o disfrutando de un picnic al borde de un lago.



Sin duda, una novela sencilla pero intensa, tierna, extraordinaria, para disfrutar desde el principio hasta el final.

¡FELICES LECTURAS!