Yerma

Hay algo en la poesía de Lorca que me fascina, y eso que no soy muy de ese género porque en la mayoría de ocasiones no entiendo los poemas. Pero la de Lorca no hace falta comprenderla para que llegue y emocione. Debe ser la belleza con la que utilizaba el lenguaje, la pasión en la que empapaba cada verso.

Con su teatro me pasa lo mismo. Tras 'Bodas de sangre' y 'La casa de Bernarda Alba' tenía pendiente recalar en 'Yerma', otro drama lleno de esa intensidad que Lorca imprimía en sus obras.

Así se llama su protagonista, Yerma, una palabra que, en lo relativo al terreno, significa "que no tiene vegetación y no está cultivado o no se puede cultivar". Y así se siente: seca, marchita, yerma, como la tierra infértil, que por mucho que se moje nunca va a dar fruto. Así se siente por no quedarse embarazada.

Casada con un marido que se le impuso, los años pasan sin que su cuerpo dé el fruto esperado. Ese tiempo convierte la preocupación en una obsesión que la inunda y que rebosa mojando lo que hay a su alrededor, y que hace que Yerma se agarre a lo que sea con tal de estar encinta. Sí, era otra época. Pero también hay alguna voz cabal en la obra que intenta hacerle ver que tampoco pasa nada por no tener hijos, mientras ella siente una envidia inevitable cuando vecinas del pueblo tienen a sus bebés.

Un drama que avanza con toda su intensidad como un remolino que se encuentra con la honra, el qué dirán, el deseo oculto que late bajo la piel en un pulso imperceptible para el resto y la desesperación, y que se detiene en un final que no me esperaba. Y que reafirma mi admiración por un autor al que la sinrazón nos arrebató. A Lorca hay que recomendarlo siempre. Su obra es imprescindible.
Enlace: https://www.instagram.com/p/..