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Crítica de Guille63


Guille63
12 May 2023
“Un teatro sensible y bien orientado en todas su ramas, desde la tragedia al vodevil, puede cambiar en poco años la sensibilidad del pueblo; y un teatro destrozado, donde la pezuñas sustituyen a las alas, puede achabacanar y adormecer a una nación entera” (del discurso leído por FGL a los actores madrileños en febrero de 1935)

Yerma“ bien podría acontecer entre las mismas gentes de “Bodas de sangre”, el mismo ambiente rústico de tradiciones y costumbres anquilosadas que esas mismas gentes mantienen al tiempo que castigan su inobservancia, en el que la mujer pasa de ser propiedad del padre a serlo del marido, muchas veces por el simple deseo del primero. Mujeres a las que, encerradas en casa, con un trato muy limitado con otras gentes, y prácticamente prohibido con hombres, solo les queda el cuidado de la casa, del marido y de los hijos.

El problema que vertebra esta historia es la falta de hijos.

YERMA.- … Yo me entregué a mi marido por él, y me sigo entregando para ver si llega, pero nunca por divertirme.
VIEJA 1.ª.- ¡Y resulta que estás vacía!
YERMA.- No, vacía, no, porque me estoy llenando de odio.”

Yerma, casada con un hombre al que no quiere, por el que no siente deseo, necesita un hijo para justificar su existencia, un hijo que no viene, una obsesión que le cierra la puerta a cualquier otro placer de la vida. Todos la culpan, ella misma se culpa por no gustar del marido. Su sentido de la lealtad, de la honra, le impide buscar otra solución, lo que no evita la malevolencia del pueblo.

“LAVANDERA 4.ª.- Tiene hijos la que quiere tenerlos. Es que las regalonas, las flojas, las endulzadas no son a propósito para llevar el vientre arrugado.
(Ríen.)
LAVANDERA 3.ª.- Y se echan polvos de blancura y colorete y se prenden ramos de adelfa en busca de otro que no es su marido.”

Varias veces el marido le ha pedido que se resigne, cansado del enrarecido ambiente que Yerma ha creado en su casa a la que llega cada día agotado por el cuidado de sus campos y de su ganado. Yerma se encuentra en una espiral obsesiva que la lleva a buscar una salida en supersticiones y plegarias, hasta que llega el día de la romería en la que las mujeres piden al cristo el hijo tan deseado.

“Si tú vienes a la romería
a pedir que tu vientre se abra,
no te pongas un velo de luto
sino dulce camisa de holanda.
Vete sola detrás de los muros
donde están las higueras cerradas
y soporta mi cuerpo de tierra
hasta el blanco gemido del alba.
¡Ay, cómo relumbra!
¡Ay, cómo relumbra,
ay, cómo se cimbrea la casada!”

Toda la historia deviene en un intenso crescendo que culmina en la romería. En el camino nos encontramos con elementos comunes a todo el teatro lorquiano, simbólicos, poéticos, musicales; el lenguaje es lírico aunque sencillo; los caracteres amargos y secos; los coros adquieren una importancia capital subrayando las claves del drama, erigiéndose en la voz del pueblo; el final, como no, trágico.
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