El enigma de la habitación 622

«El enigma de la habitación 622» se trata de un thriller lleno de giros inesperados y de suspense, que el autor dedica a su editor Bernard, fallecido en 2018, con varias referencias a su persona durante toda la novela. El protagonista es el propio Joël Dicker que, tras su ruptura con Sloane, decide irse unos días a Verbier. En el hotel donde se aloja, el Palace de Verbier, descubre algo muy curioso: no hay habitación 622, están la 621, 621 bis y 623. Scarlett, la vecina de habitación de Joël, lo incita a indagar y averiguar por qué no existe la habitación 622 y, para la sorpresa de ambos, descubren que hace años hubo un asesinato allí, aún sin resolver.

En medio de la investigación por su cuenta, Joël va escribiendo una novela con lo que Scarlett y él van descubriendo, cuyo fin es narrar todo lo que pasó en torno al crimen de la habitación 622 y descubrir quién fue el asesino para, por fin, poder cerrar el caso.

Estamos ante una novela con una extensión de poco más de 600 páginas, dividida en cuatro partes y con capítulos cortos, que hacen que la lectura sea bastante ágil. Está narrada en primera persona, intercalando partes de la historia de Dicker en la actualidad en Verbier con la novela que va escribiendo en la habitación del Palace que nos lleva a varios momentos del pasado, como son los meses antes del asesinado, el fin de semana en el que ocurrió, los meses posteriores y, finalmente, tres años después del suceso.

Los personajes que conforman la historia, así como los lugares y ambientaciones, están construidos con tal precisión que es tremendamente fácil darles forma en la imaginación y sentirse parte de la trama.

En mi opinión, es un thriller perfecto. Es cierto que en las primeras páginas el ritmo me resultó algo lento, pero enseguida entré en la trama y me enganché sin remedio. Tiene todos los elementos que se necesitan para que una historia de estas características te atrape y te genere esa sensación de inquietud y de nerviosismo, mientras le das vueltas a la cabeza intentando sacar conclusiones de lo que se va desarrollando. El autor juega con las pistas de tal forma que te hace creer que algo está muy claro para, en las siguientes páginas, dar un giro de tuerca brutal y desmontar todas las hipótesis.

En definitiva, lo recomiendo a todos los amantes del thriller y el suspense. En numerosas ocasiones me he quedado con la boca abierta mientras leía, con cada giro inesperado necesitaba saber más. Si habéis leído «La verdad sobre el caso Harry Quebert» sabréis de qué van estos giros de Dicker.

Como mensaje final, me quedo con que nada es lo que parece y que la vida es como una novela siempre con el mismo final: la muerte del protagonista, por lo que hay que aprovechar bien las páginas y disfrutar de las pequeñas cosas.