El coronel no tiene quien le escriba

Abordo la reseña de la segunda novela escrita por Gabriel García Márquez, “El coronel no tiene quien le escriba”, desde la más absoluta admiración.

No sé si todas las novelas de Gabo han quedado eclipsadas por la inmensidad de “Cien años de soledad”, pero no cabe la menor duda de que ese ha sido el caso en esta que nos ocupa.

Se trata de un relato breve, enfocado en aspectos como la dignidad y la esperanza a través de la espera, valga la redundancia, del protagonista, un general retirado que aguarda la llegada de la carta que hará efectiva la retribución de su pensión por los servicios prestados.

Me ha parecido una historia de gran contenido a pesar de su brevedad, conmovedora, intensa. Un relato que muestra la agonía indeleble del paso del tiempo, que deja un poso de tristeza y ternura, que nos muestra la crudeza y la injusticia de una forma somera, introduciéndose poco a poco en nuestro ser a través de la figura de este personaje, de su mujer, y de su gallo, único objeto tangible que les queda de su hijo.

Me fascina la delicadeza con la que García Márquez consigue transmitirnos el desamparo, digno desamparo, del protagonista; su orgullo, su negación a dejarse ir, a perder la esperanza, porque si perdiera la esperanza lo perdería todo, porque el convencimiento de que algún día llegará esa carta es lo que le hace levantarse cada día, vestirse, salir adelante. Porque su fuerza interior le impide creer que no tiene quien le escriba.

Una novela que me ha parecido de una calidad suprema, escrita por un genio que expone realidades y transmite sentimientos de una forma brillante, que alcanza en lo más profundo y sabe el lugar exacto donde hay que pulsar para algo dentro del lector haga click y se conmueva profundamente.

Como digo, una obra excelente e injustamente eclipsada.