En época de tulipanes

A principios de 1943, por fin volvimos a Francia. Fue entonces cuando descubrimos que la guerra no era lo que habíamos imaginado. En nuestras estúpidas e inexpertas cabezas, creímos que todo sería como las historias bélicas de grandes héroes. Que llegaríamos allí y lucharíamos en algún campo de batalla, y que poco a poco y gracias a nuestra gran labor, entre todos terminaríamos expulsando a los alemanes. Pero, como bien dijisteis vosotros, la guerra es otra cosa. La guerra es, sobre todo, miseria y muerte. Son personas que se han quedado sin hogar, batallas entre hermanos que luchan en nombre de quienes jamás moverán un dedo por ellos. La guerra son trampas, puñaladas por la espalda y trapos sucios. La guerra es absurda en sí misma. Y la guerra es muerte, sobre todo muerte.

Protege sin tregua y sin descanso aquello que te haga feliz.

El odio irracional ante lo desconocido hacía que los seres humanos se comportasen como auténticos gilipollas. ¿Qué podían hacer de malo dos hombres, amándose entre ellos, al resto del planeta? Eran muchos más peligrosos los líderes que gobernaban el mundo en busca de su máximo beneficio. Pero aquello no le interesaba a nadie.

[...] los seres humanos somos así, ¿vale? Cuando no conocemos algo, cuando algo es nuevo, nos da miedo, nos asusta y reaccionamos con agresividad. Ha sido así toda la vida. Hay ejemplos de ello constantemente. Galileo dijo que la tierra era redonda y todos le tomaron por un auténtico loco. Era una persona contra el mundo entero. Y mira tú por dónde, era el mundo el que se equivocaba. Todos los que le juzgaron estaban equivocados y él no. Con todo esto, quiero decirte que no porque seáis una minoría eso quiera decir que lo que sois sea malo. Os gustan los hombres. Y a otras mujeres les gustan las mujeres. Y eso, querido amigo, no es una opinión. Es un hecho. Esos sentimientos y sensaciones que tenéis son reales. Y por tanto, verdaderos. Que no te quepa la menor duda. El ser humano es tonto y cobarde. Pero también listo y valiente. No te digo que te lances a la calle a gritar a los cuatro vientos que te gustan los hombres. Eso ahora mismo sería estúpido. La gente no está ni medio preparada y con una guerra en el continente, este tema ahora no le interesa a nadie. Pero ya llegará el momento. Siempre llega. Y sabemos que el ser humano también evoluciona. Y tarde lo que tarde también lo hará con esto. Sólo te pido que dejes de acobardarte y de esconderte detrás de esa gran excusa. Dices que no mereces ese puesto. Y yo te digo que sí. Porque nos conocemos desde hace mucho tiempo y nunca he visto a nadie desvivirse por su trabajo como lo has hecho tú. Y eso es lo único que cuenta ahora. Por eso te han dado el ascenso. Porque lo mereces. Y que te gusten o no los hombre no tiene nada que ver en este asunto.

>>Crees que es algo negativo, pero yo no. Al revés. Tienes una posición privilegiada. Vas a poder ayudar a los tuyos de una manera en la que nadie podrá. Porque sois una minoría. Una minoría por el momento, y a ojos de la sociedad, débil y frágil. Tenéis mucha gente en contra. Y mientras eso siga siendo así y tengáis que estar escondidos, tener a alguien cómo tú entre ellos puede ser muy ventajoso. Deja de pensar en vosotros cómo si vuestra preferencia sexual fuese vuestra marca de fábrica. Antes que nada, sois personas. Como todos los demás. Y tú te dedicas a cuidarlas y protegerlas. Así que, deja ya de lamentarte y alégrate.
[...]
—Perdóname, he sido un idiota.
—Qué va. Simplemente, a veces sienta bien que nos recuerden las cosas. Uno no puede ser fuerte siempre.

El mundo es maravilloso, un paraíso. Pero el ser humano ha hecho de él un infierno, concediendo una horrible vida miserable a miles de personas mientras que otras egoístamente viven vidas más o menos felices en hermosas ciudades donde a pesar de todas las comodidades y facilidades, todo el mundo encuentra siempre un motivo para quejarse y donde los políticos juegan al ajedrez con el pueblo sólo para divertirse. El ser humano es destructivo y poderoso. Una mente brillante puede destruir países, o pintar los cuadros más bonitos del mundo, o terminar una guerra. Hay miles de millones de cosas que nos hacen detestables a la vez que atrayentes. Miles de cosas que nos hacen terroríficos y fascinantes. Miles de millones de cosas que nos hacen admirables y miserables, pero nada, nada comparado con la locura que nos envuelve cuando amamos. Nada que pueda explicar ni justificar lo que nos invade cuando amamos. Las locuras que hacemos cuando amamos, lo poco que importa el resto cuando amamos. Cualquier tipo de amor es válido. Y yo reconozco que aquella noche el amor me emborrachó hasta tal punto que el resto del mundo y lo que en él ocurriese me traía sin cuidado. Lo que hace del amor un arma de doble filo, llamativa y destructora a la vez pero tan irresistible que nada puedo decir en contra.

Pensé que me había enamorado de él el primer día que le conocí. Como también creí hacerlo en ese momento. Con el tiempo aprendí que el amor se construye poco a poco, y si es terco, apasionado, luchador y constante, puede durar eternamente. Sin embargo, momentos como aquel en los que la adrenalina te recorre entera de arriba abajo y crees que el amor sólo puede ser eso, los recuerdo con mucha ternura.

Se dice que todas las familias tienen una historia, algo que a través de los años hace de la familia lo que son hoy en día. Una historia que muchos no llegan a conocer nunca pero que forma parte de ellos y que les acompañará siempre, en su carácter, en su actitud. Casi todo el mundo se ha preguntado alguna vez si en la historia de su familia ha ocurrido algo interesante, algo tan importante de lo que poder estar orgulloso o si simplemente su historia ha sido regular, sin sobresaltos. A veces, la búsqueda trae respuestas que decepcionan y otras veces respuestas que enorgullecen.