Sólo éramos juguetes en manos de un ángel caprichoso.
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Sólo éramos juguetes en manos de un ángel caprichoso.
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No es cierto eso de que cada cual tiene lo que merece, es solo una idea que viene de fábrica cuando nacemos, una ilusión que alguien nos ha grabado en la memoria para acallar nuestro inútil sentido de la justicia.
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No tenía tiempo de explicarle que los vivos sustituyen un amor por otro para que no les duela, que la vida es tan corta que nadie debería malgastarla recordando a los que ya no están. Y que, por más que lo intenten, terminan olvi- dando. Que, cuando los vivos que te recuerdan se mueren, tu recuerdo se va con ellos.
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Claudia no era de las que se rinden y entregan las armas, sino de las que presentan batalla hasta que no queda nadie en pie.
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He sido testigo de besos de amor, de disculpa, de despedida y hasta de besos por dinero, pero aquel era un beso refugio, de esos en los que cobijarse para que el mundo no duela.
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Ni la vida ni la muerte tienen sentido cuando no deseas absolutamente nada.
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Él era un ángel y yo su esclavo, aunque a veces me creyese la mentira de que éramos amigos.
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He sido testigo de besos de amor, de disculpa, de des- pedida y hasta de besos por dinero, pero aquel era un beso refugio, de esos en los que cobijarse para que el mundo no duela.
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¿Con qué frase empieza esta novela?