(…) Sentí cómo una lágrima comenzaba a resbalar por mi mejilla. ¿Cabía la posibilidad de que ella fuera feliz? ¿Sin mí? ¿Cómo podía ser eso? ¿Estaba yo dispuesto a dejarla marchar y subordinar mi felicidad a la suya? Es más, ¿sería capaz de hacerlo?
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(…) Sentí cómo una lágrima comenzaba a resbalar por mi mejilla. ¿Cabía la posibilidad de que ella fuera feliz? ¿Sin mí? ¿Cómo podía ser eso? ¿Estaba yo dispuesto a dejarla marchar y subordinar mi felicidad a la suya? Es más, ¿sería capaz de hacerlo?
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(…) Estaba perdido, Alma –volvió a mirarme con ojos llorosos–, pero ahora sé cuál es mi destino, eres tú. No importa lo que haga, no importa lo que intente hacer para olvidarte, no funcionará. Cuando quieres a alguien así, es para siempre. Y estoy decidido a luchar por ello. Voy a plantar cara. Conseguiré que me quieras aunque sea lo último que haga, lo prometo.
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El platillo llamado Duelos y Quebrantos (torta de huevos, jamón y chorizo) aparece en: