Si el neurótico se mete en ciencia enloquece como Nietzsche o se suicida con Boltzmann.
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Si el neurótico se mete en ciencia enloquece como Nietzsche o se suicida con Boltzmann.
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Se diría que la comodidad no solo crea dependencia aguda sino incomodidades potencialmente inauditas.
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Digo a mi amada: cuéntame, o no me cuentes. Lo primero me hará digno de la verdad. Lo segundo me dejará tranquilo, y algo anestesiado.
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Yo les molesto en la medida en que soy cierto teorema físico, no solo una opinión. Póngase muy enfermo por favor, o se promoverá el consumo de estupefacientes. A esta ridiculez ha llegado el discurso cobarde del ignorante.
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El odio ajeno da frío, al revés que el propio.
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La ternura nos hace humildes en el último trance, cuando lo que se pide es elocuencia.
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Lo más frecuente es ver que el síntoma se toma por causa, y viceversa; son cosas que solo pasan en esferas dominadas por el prejuicio.
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La salud está en el contacto con el ánimo objetivo, que dice sí. Y se deteriora de manera manifiesta cuando falta.
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¿Cómo se llama el barco ballenero en el que se narra la travesía?