La maldición del mar

Si fuera fácil hacer surgir el amor por medio de hechizos, no habría tantos corazones rotos.

El amor es como un hechicero, ladino y salvaje.
Se acerca sigilosamente por detrás de ti, suave, dulce y callado, justo antes de cortarte la garganta.

Su belleza y su mala suerte pueden haber sido su propia maldición, entretejidas con la rudeza de un lugar como Sparrow, Oregón, donde el oro chorreaba de las montañas y el mar arrastraba barcos bajo el agua cuando la luna estaba llena y la marea, vengativa.
La magia es engañosa, difícil de medir, de pesar y de dimensionar.

¿Tal vez eso sea suficiente: enamorarse? Si el amor puede unir algo, ¿también puede deshacerlo?

Una vez leí un poema sobre lo frágil que es el amor, tan fino, como el vidrio y que se rompe con facilidad.
Pero esa no es la clase de amor que sobrevive en un lugar como este. Debe ser resistente y duradero. Debe tener coraje

El amor es como un hechicero, ladino y salvaje.
Se acerca sigilosamente por detrás de ti, suave, dulce y callado, justo antes de cortarte la garganta

Porque, en un lugar como Sparrow, los rumores se propagan rápidamente, como la viruela o el cólera, confundiendo la mente, arraigándose en el entramado de un pueblo hasta que ya era imposible distinguir la verdad de la especulación

De todas maneras, confiar es una palabra irrelevante...Es meramente una mentira que nos decimos los unos a los otros. Aprendí a no confiar en nadie...Un síntoma de dos siglos de existencia. Tienes tiempo para reflexionar sobre estas cuestiones...Me pregunto en quién confías...¿A quién le confiarías tu vida?

Las hermanas encontraron su destino como alguien que se tropieza en la oscuridad con una hiedra venenosa, ignorando las consecuencias que les acaecerían a la mañana siguiente.

Es la penitencia de nuestro pueblo...Ahogamos a tres jóvenes en el mar dos siglos atrás y, desde entonces, todos los veranos sufrimos las consecuencias. No podemos cambiarlo