Grandes Esperanzas

Dickens es considerado uno de los mejores novelistas del siglo XIX, y con justa razón, el primer libro que leí de él “La casa lúgubre” me cautivó desde la página uno, y me mantuvo super picada el resto de mil cincuenta páginas. Grandes esperanzas es el segundo libro que leo de él, y por supuesto que llegué con muchas expectativas, las cuáles afortunadamente fueron cumplidas.

Grandes esperanzas cuenta la historia de Phillip Pirrip (Pip), un niño huérfano que vive con su hermana huraña que lo maltrata, y el esposo de ésta, un herrero de nombre Joe Gargery. En una vida sin esperanzas como aprendiz de herrero, Pip sueña con que su destino cambie. La suerte le sonríe y la vida de Pip da un giro de 180 grados y cambia para siempre, a partir de ahí nuestro querido protagonista nos va a ir contando los acontecimientos de su nueva vida, un relato que va a abarcar desde sus años dorados como adolescente Londres, hasta su caída y renacer que llegan en la edad adulta.

Al principio uno pensaría que es una historia sosa que solo nos cuenta la fortuna de pequeño niño que de repente recibe un gran dote de un anónimo benefactor, pero la historia va más allá. Dickens es conocido por ser un autor con una aguda crítica social, y esta novela no es la excepción, en la fortuna del joven Pip vemos también su caída, una identidad que se gana mientras otra se va perdiendo, con un destino que aunque al inicio se pronosticaba esperanzador, se va tornando desolador y contradictorio, en donde la fortuna no resulta ser lo que se esperaba y en cómo un poco de buena suerte se puede transformar en una carga y una maldición, abordando temas como la vergüenza y la culpa y el amor y la vanidad.

La historia es atrapante de principio a fin y contrario a lo que puede indicar el titulo, las cosas se van tornando un tanto lúgubres y agridulces, el final es maravilloso, no es un final felíz, pero tampoco triste, es un final real y adecuado, definitivamente Dickens sabía cómo narrar una historia.