No, jamás pronunciaba el nombre de Dios a no ser que fuera para jurar o blasfemar.
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No, jamás pronunciaba el nombre de Dios a no ser que fuera para jurar o blasfemar.
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-Este chico sería feliz si se quedara en casa, pero si se marcha, será el más miserable y desgraciado de los hombres.
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[...] me hallaba lejos de los vicios del mundo. No sentía "la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos, ni la soberbia de la vida".
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[...] toda nuestra felicidad, por lo que no tenemos, proviene de nuestra falta de agradecimiento por lo que tenemos.
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[...] tan sólo me repetía una y otra vez que era un perro desgraciado, nacido para ser siempre miserable.
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[...] no sentía temor de Dios en el peligro, ni le estaba agradecido en la salvación.
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[...] Me parecía que salía de una tumba oscura, que volvía del otro mundo.
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El miedo al peligro es más espantoso que el peligro mismo. Así como la inquietud que provoca un mal remoto es a veces más insoportable que el mismo mal.
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«El miedo al peligro es mil veces más aterrador que el propio peligro, cuando éste se presenta ante nuestros ojos, y entonces descubrimos que la carga de la ansiedad supera con creces el mal que dicha ansiedad nos causa».
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¡cuántas veces en nuestra vida resulta que el mal que evitamos con el mayor empeño se transforma en la puerta de nuestra liberación!
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises